Aprovechando las tardes libres, volvemos al Parque Natural de Redes, en Asturias, y en concreto, a una de las rutas de montaña más transitadas. ¿Quieres conocer qué puedes ver? ¿Merece la pena el entorno? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

¿Dónde se ubica?

El Parque Natural de Redes se encuentra en la parte central de Asturias y comprende los municipios de Sobrescobio y Caso. Muy cerca de Oviedo y a apenas una hora de Gijón, os comenté sobre la zona en este blog con anterioridad. Os animo a que echéis un vistazo a otra de sus grandes joyas, Brañagallones, que os fascinará.

El comienzo del desfiladero de los Arrudos se sitúa en el encantador y coqueto pueblo de Caleao que, en los últimos años, presenta una transformación gracias al turismo rural que comienza a llegar. Tanto es así que, en poco tiempo, abrirá sus puertas un camping sostenible en el entorno del área recreativa de Caleao.

Es precisamente desde aquí donde comienza la ruta. Para dejar el coche tenéis un aparcamiento con una capacidad para más de una docena de coches aunque habitualmente lo utilizan los propios vecinos de fincas colindantes. Otra opción sería dejarlo en la plaza del pueblo, frente al restaurante Casa Zulima, donde a la vuelta siempre se puede picar algo. Muy buena idea, por cierto.

Pero, ¿es una ruta sencilla? ¿interesante?

Es una de las sendas más conocidas dentro del parque, como os comentaba, por lo que es habitual ver senderistas a lo largo del recorrido. A veces, en temporada alta, incluso excursiones organizadas por grupos de montaña o colegios.

Tras un pequeño descenso para situarnos junto a la vera del río, comenzamos a ver las llanas praderías de un intenso color verde así como alguna cabaña muy bien cuidada. El camino, ancho y en partes hormigonado, es ahora un agradable paseo. A poco menos de un kilómetro, nos encontramos con un pequeño puente que nos devuelve a la margen derecha del río, dejando a mano izquierda una coqueta cabaña rehabilitada y rodeada de rosales. Además, bajando unas pequeñas escaleras, podéis meter los pies a remojo en el frío río e, incluso, los más valientes disfrutar de un baño.

A partir de aquí, y tras una subida intensa, llegaremos  a un pequeño manantial a mano derecha. Es la única fuente en todo el camino así que es buena idea reponer las cantimploras. El agua, fresca y limpia, mana de la propia pared de caliza.

El resto del camino hasta la parte más alta de la senda es un paseo entre praderías con el rumor del río tanto a nuestra izquierda como derecha. En un momento determinado veremos que el camino, de tierra y gravilla, empieza a dar paso a pequeñas piedras lisas que hacen de calzada. Pues bien, estamos entrando en el verdadero desfiladero. Coged fuerzas junto al puente de La Calabaza, con su arquitectura original, porque nos toca afrontar un desnivel importante en apenas unos metros.

Comienza una serie de escalones de piedra que, sin darse cuenta pero con algo de cansancio, permiten salvar ese desnivel en poco metros. Las vistas, por otro lado, son de una belleza incalculable. Existen barandillas de madera en gran parte del recorrido que impiden tener una sensación de vértigo o similar, y se ven seguras y nada desgastadas. Tras pasar un pequeño puente de madera de nueva construcción, nos situamos en la ladera justo en frente para, desde ahí, llegar  a nuestro objetivo: la Fuentona. Desde aquí es donde se hace la traída de agua potable para la ciudad de Gijón (por eso hemos salido todos tan guapos y tresnaos… normal con estos lares).

Pero, en sí, ¿qué gracia tiene esta ruta?

Debo decir que lo importante no es tanto el llegar, ya que puede ser un poco desilusionante, sino el propio camino. Hay que entender que esta ruta ya se hacía hace bastantes años como modo de conexión de mercancías y comercio con la vecina León, a través de la ruta de Wamba y el Puerto de San Isidro. Asimismo, los más aventureros, podrán continuar uno, hasta el puerto, o dos, hasta el lago Ubales, paraje de gran belleza y apenas explotado que bien merece una visita.

La vuelta, por el mismo recorrido y con mucho cuidado al bajar sobretodo en el entorno de estas llastras a modo de escalones. Me imagino que, en días de lluvia, toda precaución es poca. Por supuesto, siempre se debe llevar ropa adecuada a la ruta a realizar así como calzado técnico y cómodo. En nuestro caso, durante la vuelta fuimos acompañados de una mastina que no tenemos muy claro por dónde apareció y que, tras llegar al coche, continuó camino hasta Caleao.

Pero, ¿y para niños?

Muy pequeños yo diría que no. El recorrido tiene partes que pueden resultar peligrosas si no se va con cuidado y, en general, es una ruta muy cansada. Por otro lado, justo hasta el puente de La Calabaza, la ruta apenas tiene dificultad más allá de un par de cuestas, con vistas que bien merecen la pena y alguna poza donde refrescarse.

Espero que os haya gustado esta nueva entrada y os haya entrado el gusanillo para venir hasta este precioso paraje que es Redes. De hecho, si queréis conocer más sobre este lugar os invito a ver el documental 100 días de soledad, rodado en el entorno de los Arrudos. Gracias a Ire por el apoyo técnico y a Jorge por el apoyo moral.

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