3 Restaurantes imprescindibles en Viena | Qué ver, qué hacer

En otros post os he ido hablando sobre lo caro que puede resultar una escapada a la capital de la música: Viena. Si tu bolsillo no está para excesos, pero no por ello quieres renunciar a conocer y saborear la gastronomía local, aquí te dejo tres restaurantes que, sin duda, no te defraudarán. Buenos, bonitos y baratos… al estilo de Mochila de Cromo. ¡Comenzamos!

Antes de comenzar, te animo  a que eches un vistazo a las diferentes entradas que ya están disponibles sobre mi escapada a Viena, con consejos y tips para hacer que aproveches tu estancia en la capital austríaca al máximo. Puedes hospedarte en este hotel económico, conocer las posibilidades que ofrece Viena durante el invierno, realizar un free tour o conocer mi opinión sobre la tarta Sacher. Además, no te pierdas cómo conseguir un buen asiento y a buen precio en el Concierto de Año Nuevo.

La gastronomía austríaca se caracteriza por abundantes platos con influencia germánica, donde destacan las carnes de caza y sus famosos schnitzels, filetes de cerdo empanados más grandes que una mano y que, según la tradición, era el plato preferido de los monarcas de la Casa de los Habsburgo. En cuanto a los postres, destaca la enorme variedad de pasteles y dulces, con especial mención a la abundante carta de tartas que puedes encontrar en cualquier café y donde, sin duda, la tarta Sacher tiene una papel especial.

Pero vamos al lío, aquí os dejo la lista de los tres restaurantes que visité y que, sin duda, merecen una opinión en el blog. Todos se encuentran en el centro, por lo que puedes desplazarte a pie y, algunos de ellos, se encuentran en las primeras posiciones en los ranking de TripAdvisor.

Figlmüller, la casa de los schnitzels

Si estás buscando un lugar donde comer el famoso schnitzel y, encima, que sea el más grande de toda Viena, no puedes obviar este restaurante. Aunque muy promocionado por las principales calles del casco histórico, es bastante popular entre los vieneses. De hecho, fue la recomendación de Anne-Marie, nuestra guía durante el free tour por Viena, la que nos comentó que aquí estaban estos escalopes gigantes y que el sitio merecía la pena.

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Carta de Figlmüller (foto propia)

Se encuentra en Bäckerstraße, 6, en un callejón muy cercano a la catedral (hay indicaciones como os digo por toda la ciudad). Cuando llegué apenas había cola, por lo que tuvimos que esperar unos 15 minutos a ser atendidos pero, una vez salí, me encontré con una enorme fila que casi daba la vuelta a la calle (eran las dos de la tarde aproximadamente y, en su mayoría, estaba formada por turistas españoles). ¡Los españoles nunca renunciaremos a nuestros horarios!

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La casa del schnitzel (foto propia)

El trato de los camareros es bastante seco, pero no se caracteriza Viena por ser una ciudad en la que el trato al cliente sea cálido y amable. Encontrarás de todo, menos una sonrisa. Aun así, y dentro de ese aura de eficiencia que caracteriza a media Europa, nos atendieron bastante rápido y nos dieron las cartas en inglés (no busques en otro idioma mas allá del alemán).

Está bastante bien de precio y dada su ubicación, puede ser una buena alternativa para degustar platos típicos en pleno centro vienés. Te dejo alguna foto para que te hagas una idea.

Schnitzelwirt, la alternativa abundante (y más económica)

Si aún os habéis quedado con ganas de más schnitzel, nos tenemos que alejar un poco del centro (aunque tampoco tanto, apenas cinco minutos y en un barrio muy singular). En Neubaugasse, 54 encontraréis esta auténtica taberna austro-germana.

Con una decoración peculiar (no podéis iros sin echar un vistazo a los asientos de la barra que están en la entrada), este restaurante es mucho menos turístico que el primero y, de hecho, se nota tanto en el público (me aventuraría a decir que prácticamente local… buena señal) así como en sus precios, los cuáles rozan lo absurdo para ser Viena.

Os recomiendo que no desayunéis ya que los platos son abundantes, con un sabor muy bueno, y vienen con multitud de acompañantes como ensalada de col, de patatas, remolacha, zanahorias… en fin, un menú del día español completo en un pedazo de plato donde todo parece que está a punto de desbordarse. De nuevo, destacar la frialdad de los vieneses… pero a estas alturas poco me sorprendía.

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Prometo que «solo» me comí un plato

El escalope más barato roza los 8€ (sólo carne y patatas) mientras que el Don José es el más completo y tiene un precio de unos 14€. Si tenéis curiosidad, aquí os dejo diferentes fotos.

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El Don José (foto propia)

Además, os animo a que callejeéis por el barrio. Es bastante europeo y pierde toda la pomposidad que tiene el propio centro de Viena. De hecho, desde mi punto de vista, me ha recordado al barrio de Norrebro en Copenhague: abierto, alternativo, con multitud de tiendas totalmente diferentes con productos ecológicos y vintage… perfecto para pasear una tarde (o para bajar la comida, todo sea dicho).

Café Aída

Vale, no es un restaurante… pero también puedes comer. ¿El qué? Lo que debería ser la comida oficial de Viena (y seguro que gran parte de Austria): las tartas. No encontrarás un lugar con tanta variedad como la cadena austríaca Aída. No te preocupes por no encontrar una cerca de tu alojamiento ya que hay numerosas tiendas abiertas tanto en el centro como en diferentes barrios. Sin ir más lejos, hay un pequeño Aída justo al lado del restaurante que os he mencionado antes (aunque no sé si vuestras arterias aguantarían una comida en Schnitzelwirt y luego una tarta en Aída) y también en plena plaza de la catedral, aunque aquí es bastante más complicado encontrar un sitio donde descansar y disfrutar de la carta.

Aunque seguro que os debería hablar de la tarta Sacher (bastante mejor que la del hotel de la que recibe el nombre, os he dejado mi opinión al comenzar este post) encontrarás abundantes porciones a un precio razonable, acompañado de un capuchino recién hecho con mucha crema. ¡Delicioso! 

El precio por porción se encuentra entre los 3 y 4€, café aparte, y os recomendaría la tarta con fresas naturales así como la de manzana que viene en un rollo de hojaldre. Tendrás que volver varias veces para probarlas todas.

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Desayuno en Aída (foto propia)

Un último consejo: recordad que en Viena la propina no está incluida y, aunque supuestamente voluntaria, se sobreentiende que es obligatoria. Entiendo el concepto y comulgo con él siempre que el servicio haya sido el correcto (puntualizo servicio, la comida no depende de los camareros). Nadie os dirá nada si no dejáis propina pero sí es cierto que os pondrán mala cara (un poco peor, os recuerdo la legendaria amabilidad de la hostelería vienesa).

¿Y tú? ¿Conoces más sitios buenos, bonitos y baratos en Viena? Ya sabes que puedes dejarme tu opinión en la sección comentarios un poco más abajo. Te recuerdo que las opiniones vertidas en este blog son totalmente independientes y, en ningún momento, patrocinadas.

¡Nos leemos!

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