
En plena vega del Duero, y con vistas a la atalaya sobre la que se asienta la zamorana ciudad de Toro, el complejo enoturístico Valbusenda aúna todo lo que un amante de los buenos vinos (y los buenos hoteles) puede anhelar.
Gastronomía de vanguardia, servicio exquisito, un spa panorámico con tratamientos a base de vino, bodega vanguardista e interminables plantaciones de viñedos son el escenario perfecto para disfrutar del enoturismo con mayúsculas.

Confort y descanso a la orilla del Duero
Traspasar las puertas hacia la recepción de Valbusenda Bodegas & Spa es realizar un viaje hacia el buen gusto, el minimalismo y el diseño. Este refinado cinco estrellas cumple con lo promete: enoturismo premium, de calidad, que busca la diferenciación en destino.
Con un lounge donde tomar una copa o disfrutar del piano, los ventanales invitan a jugar con los colores de la florida vega del Duero.


Las habitaciones son sumamente espacios y cuenta con todo tipo de detalles. Una suave melodía, procedente del hilo musical, nos da la bienvenida. Pequeños gestos, como una botella de la propia bodega o unos bombones, demuestran que estamos ante uno de los mejores alojamientos dónde dormir en la ruta del vino de Toro.
Mención aparte merece la cama, con cuatro enormes almohadones de plumón. Su mullido colchón nos recibe para dar ese merecido descanso después de un día de compras, visitas a bodegas, buena gastronomía y enoturismo de calidad. Está claro, la ruta del vino de Toro ofrece todo esto (y mucho más).


Si nos referimos al baño, destacamos la línea habitual de la cadena Eurostars. Tonos neutros, donde el negro es el gran protagonista para que los detalles puedan resaltar mucho más.
Con ducha y bañera, los amenities son de la firma The Lab Room. Su champú y gel de pomelo es toda una delicia, dejando una fragancia que inunda la habitación.
Si contratas una sesión de spa o tratamiento a base de vino, encontrarás los albornoces y zapatillas en la propia habitación. Está todo pensando para que tú solo disfrutes, sin mayor preocupación.
Bodega panorámica y vanguardista
En un primer vistazo, lo que más destaca de todo el complejo de Valbusenda es su bodega. Con un estilo moderno y vanguardista, fue una gran apuesta en la comarca.
Con su apertura a principios de los años 2000, y con un sistema de visitas que no impide el trabajo diario de los empleados, a través de un pasillo panorámico, Valbusenda apuesta por completar la experiencia de sus huéspedes ofreciendo un espacio donde conocer, probar y sentir sus fantásticos caldos.


A través de las catas organizadas, podremos degustar entre dos o cinco vinos de su propia bodega. Una sesión sumamente interesante para quiénes conocer más sobre el mundo del vino; seas o no un experto enólogo, la cata en Valbusenda explora los aromas y sensaciones de la mano de Concepción, directora comercial de las bodegas.
Aunque Valbusenda comenzó con su bodega en 2004 empleando barricas de roble francés y americano (donde el francés tiene un tamaño inferior al otro), desde 2011 solo se emplea la barrica francesa. La crianza corta suele utilizar el roble americano pero, a través de prueba y error, comenzaron a hacer crianzas mucho más largas por lo que era necesario la barrica de roble francés.

La sala de barricas es lo que más llama la atención de toda la bodega. Aunque es justo el punto final del proceso, desde Valbusenda han querido levantar la curiosidad de sus visitantes con una panorámica sobre lo que es la clave de sus vinos.
La mayoría de las barricas tienen una capacidad de 250 litros aunque, hay algunas, que alcanzan los trescientos. La primera impresión que el visitante tiene es que estamos hablando de una bodega con solera. Un equipo que ha evolucionado, al igual que el vino de Toro, para mejorar y sofisticarse. Atrás quedan los caldos duros y agresivos, apreciando nuevos matices dirigidos a un público millennial que, por ahora, no se ha aficionado a los vinos españoles.
Lo que está claro es que podemos afirmar, sin titubeos, que España cuenta con una de las mejores elaboraciones de vinos del mundo.
Nube, deconstruyendo la gastronomía zamorana

A cargo de la chef Sandra A. Piorno, el restaurante Nube nos traslada a una cocina de vanguardia pero donde no se pierde la esencia de la cocina castellana y, en concreto, de la zamorana.
Sus amplios ventanales nos permiten flotar sobre la vega del Duero. Con una esencia minimalista e íntima, la escena gastronómica toresana se ilumina con las creaciones de Nube. Cocina de mercado y kilómetro cero que se reinventa según la temporada. Excusa perfecta para ir y volver una y otra vez.


Desde las carnes con IGP, como su lechal, hasta los pescados como la merluza con brotes sobre lecho de humus o el bacalao a la tranca, propio de la Semana Santa. La intensidad de los sabores se aprecia en cada bocado.
Entrantes donde destaca el tomate de la huerta en aceite de oliva virgen extra o las croquetas de cecina son otro de sus clásicos. Un detalle que nos ha gustado es la posibilidad de comenzar la comida o cena con una selección de panes.
Cuenta con menú degustación, para quienes no quieren perderse nada, que se sirve a mesa completa.
Un spa de ensueño
Sin duda, uno de los reclamos del resort es su impecable spa. Con vistas panorámicas a las fértiles vega del Duero, cuenta con dos saunas a diferente temperatura. Un baño turco y duchas de contrastes completan el recorrido activo.

Quienes busquen relax total deberán dejarse llevar por los chorros y bancos de hidromasaje de sus piscinas. Cinco vasos, a diferentes temperaturas, que cuentan con lo necesario para sentir la presión de los jets o cuellos de cisne, así como las pozas de burbujas.
Además, en el extremo más cercano a los ventanales, podréis disfrutar de un calle donde practicar algunos largos. Nadie dijo que relajarse estuviese reñido con disfrutar de la actividad deportiva.
