Gastronomía
Llar de Viri
Gastronomía sin complejos de modernidad
Desde 1996, Viri y su familia encendieron los fogones de un templo del buen yantar. Una fonda como las de antaño que mira, sin complejos, a los gurús de la mal llamada nueva gastronomía.
Fórum de guisanderas, de zapatillas de andar por casa y de tardes de invierno al calor del llar. Una lumbre que ilumina el recetario tradicional de la cocina asturiana y que es reproducida, día a día, con la sencillez del equipo de El Llar de Viri.
Una llaneza que no se acostumbra a ver y que nos recuerda, sin duda, al buen hacer de nuestras abuelas.



Slow - food
Conseguir el sello Bib Gourmand, otorgado por la prestigiosa Guía Michelín, supone apostar por productos de calidad y ofrecer una buena mesa. Un menú que debe ser inferior a 30 € y que permite que, nuevas generaciones, entren en el mundo de la gastronomía a través de fogones como los de El Llar de Viri.
Cultura con esencia
Otro de los puntos a destacar es que El Llar de Viri es sinónimo de cultura. Encuentros y exposiciones completan este refugio donde el tiempo se detiene al calor de una buena mesa.
Lo mejor es dejarse llevar por el servicio. Fuera de carta encontraremos auténticas delicias que abordan desde platos tan conocidos como la fabada o el pote de castañas, hasta la enigmática (y desconocida para los millenials) carne de caza.
Su fabada, catalogada como una de las mejores del mundo, ahonda en el concepto de que menos es más.
Simpleza y sofisticación no deben desligarse y así lo entienden en este galardonado restaurante.
Acercar productos de calidad sin dejarse llevar por precios que nutran auténticas cocinas – espectáculo donde importa el continente pero, quizás, no se aprecia el contenido.
Entrantes que invitan
Su carta es un fiel reflejo de la sencillez que se busca en los platos. Sus entrantes abren bocado a través de mousses de morcilla asturiana o de puerro.
Sus croquetones, de bacalao y langostino, nos permiten disfrutar de un crujiente rebozado con una cremoso bechamel.
Presentaciones únicas
Como platos principales, no nos podemos ir sin probar alguna de sus recomendaciones. Por ejemplo, un buen lomo de bacalao acompañado con verduritas de la huerta o un repollo relleno con auténtica ternera asturiana.
Pedir su cachopo también es un acierto. Aunque se suele hacer con filetes de ternera, en El Llar de Viri han encontrado una nueva fórmula que acerca, aún más si cabe, la cocina a la aldea. Así, este empaquetado con crujiente rebozado utiliza el suave lomo de cerdo como base. Su sabor, tan intenso y característico, nos trasladará a la época de la matanza más tradicional.
¿Buscando un toque más light? Su ensalada de tomate granadino con rulo de cabra o el arroz con boletus son aciertos seguros para quienes buscan cuidar la dieta sin renunciar al sabor.
El cierre nos lo presentan sus postres caseros. Tartas y dulces donde nos encontramos al postre endémico del Llar: un tocinillo de cielo acompañado por helado. La tarta de queso será otra apuesta por el sabor así como sus torrijas con canela y un buen helado de leche merengada.

Un vermú en su jardín, disfrutar de la decoración de antaño, un servicio impecable y una mesa que pronto será de Estrella Michelin. Este concepto de slow – food al que muchos aspiran pero que solo unos pocos consiguen.
Retazos de sabores de antaño combinados con las presentaciones actuales que captan la atención de los clientes más instagrameables y que buscan buena relación calidad – precio con un menú, muy completo, por unos 30€.
Hay vida más allá de las cocinas de vanguardias. Es hora de acercarse a un auténtico Bib Gourmand sin complejos.

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