Hotel Florida, decepción con vistas a El Escorial

Durante el pasado puente de Todos los Santos, nos acercamos a la sierra madrileña para disfrutar de todos los atractivos de esta parte de la Comunidad de Madrid. En un momento que los bosques de la sierra se encuentran en plena explosión de color, nos pareció buena idea hospedarnos en el hotel Florida, en pleno San Lorenzo de El Escorial. Pero, ya os adelantamos, la experiencia no fue tan buena como queríamos. ¿Quieres conocerla? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Si buscas disfrutar de la gastronomía, monumentos y naturaleza en la sierra de Madrid, quizás pueda ser interesante alojarte en la zona de San Lorenzo de El Escorial. El hecho de contar con el monasterio, así como la alegre vida nocturna de este idílico pueblo, hicieron que fuese una alternativa más que interesante a hacer noche en Madrid capital.

Hotel con vistas al monasterio

Después de realizar varias búsquedas, encontramos el hotel Florida: un tres estrellas que, si bien en las fotografías se veía algo obsoleto en cuanto a decoración, no nos pareció importante ya que buscábamos un sitio cómodo donde dormir y hacer un poco de «campamento base». Hay que reconocer que la oferta, en general, de la zona tampoco es que fuese demasiado interesante, por lo que el Florida parecía ofrecer todo lo que necesitábamos.

La reserva fue de una habitación doble y la junior suite ya que la intención era que se pudiesen disfrutar de las vistas al monasterio así como de la bañera hidromasaje que se incluía en la habitación superior. Además, ambas habitaciones estarían en régimen de alojamiento y desayuno. Aunque pueda parecer mucho, el precio total fue de casi cuatrocientos euros por la estancia completa, durante dos noches. Un precio que, sin duda, es elevado pero acorde a alojamientos superiores en las cercanías de Madrid y que, en nuestro caso, apenas era algo inferior que el presupuesto para el RIU Plaza España por esas fechas (hotel que finalmente descartamos ya que no nos interesaba meternos en el centro de la capital).

El día de la llegada, y tras dejar el coche en el pueblo, nos acercamos hasta la calle Floridablanca, paralela a la avenida que linda con el monasterio. Una preciosa calle con encanto, con varios bares, restaurantes y asadores pero sin demasiado gentío que nos impidiese dormir bien.

La recepción del hotel estaba, como era previsible, algo obsoleta en cuanto a decoración. Fotos del monasterio se combinan con unas vitrinas donde comprar souvenirs algo vintage como caramelos típicos madrileños o abanicos con la bandera de España, un recuerdo que ya parece pasado de moda.

Habitaciones que claman reforma

Tanto la habitación de la junior suite como la habitación doble estándar necesitan una reforma urgente. Si bien el tamaño de las mismas es amplio, no están decoradas ni tienen la funcionalidad que se espera de un hotel de tres estrellas en pleno 2021. Vayamos por partes.

En el caso de la doble estándar, el armario no cuenta con puertas, estando a la vista todas las pertenencias así como ropa interior y demás; si bien no resultaría un problema, llama la atención que parece que las puertas se han arrancando directamente y que, en algún momento, hubo. La cama, aunque grande, no cuenta con iluminación en el cabecero (por ejemplo, para estar con el móvil o leyendo un libro) mientras que los enchufes brillan por su ausencia, teniendo que buscarlos detrás de la propia cama. El colchón no era nada cómodo, con unas almohadas demasiado blandas aunque, esto es cierto, va en gustos.

El baño es, sin duda, lo peor de la habitación. Aunque limpio, ni el lavabo ni el inodoro parecen haberse renovado en los últimos cuarenta años. Amenities básicos y una sensación de descuido general intentaban contrarrestar la calidad de las toallas.

En el caso de la habitación tipo junior suite, la decadencia se podía plasmar en la propia decoración de mármol del baño, intentando evocar los hoteles de alta gama de los años noventa, con iluminación de tubos fluorescentes. Asimismo, la que debía ser la joya de la corona, la bañera de hidromasaje, no funcionaba por completo ya que los chorros del suelo no se activaban, solamente los laterales. De haberlo sabido, no la habría reservado.

Una decepción mayúsculas teniendo en cuenta el precio que se ha pagado por estas dos habitaciones durante dos noches, como comentaba anteriormente.

Sin desayuno buffet con el COVID como excusa

Una de las cosas donde se ve si un hotel se aprovecha o no de la situación del COVID para disminuir sus gastos en el desayuno. Hemos viajado, por suerte, después de la pandemia por lo que hemos podido comprobar cómo los hoteles se adecuan a las necesidades de los clientes en aspectos tan simples como la coordinación de un desayuno buffet.

Desde hoteles que facilitan guantes o pinzas de madera individuales como en el Douro Scala (cinco estrellas) a orillas del río Duero en la vertiente portuguesa, o la simplicidad de no usar nada y compartir utensilios como en el Bluesea Lanzarote Palm (donde sí que se disponía de gel hidroalcohólico y toma de temperatura). Lo fácil (y económico) es eliminar el desayuno buffet y ofrecer productos limitados a los clientes; así lo hace el hotel Florida donde se ofrece un plato de jamón, fiambre de york y pavo así como un trozo de queso (uno para cada huésped). También se ofrece un zumo natural (cosa que, visto un poco el percal, nos extrañó) y pan tostado con mini-croissants que, aunque deliciosos, se ve perfectamente que son congelados. Decir que la foto que observáis es del primer desayuno, donde las raciones fueron más abundantes; el último día, la ración disminuyó.

Una pena porque el servicio del personal de desayunos es muy bueno, implicándose para ofrecer la mejor experiencia. Desde aquí, agradecer a la chica de desayunos rubia (desconozco su nombre) el buen servicio, acordándose de lo que habíamos pedido para desayunar el primer día.

Difícil encontrar alojamientos con buena relación calidad-precio

A pesar de que hacía tiempo que un hotel no me decepcionaba tanto, lo peor ha sido la malísima relación calidad-precio tanto de las habitaciones como de los desayunos. Ni el jacuzzi funcionaba correctamente, los baños necesitan reformas y la decoración es demasiado austera, los pasillos a las habitaciones tienen suelo cerámico lo que da una sensación de tristeza y frialdad mientras que las paredes entre habitaciones parecen de papel, por lo que se oyen todo tipo de ruidos de las habitaciones colindantes. Afortunadamente, el mayor valor del hotel Florida es su personal, tanto en recepción, como en desayunos o limpieza. Sería muy feo por mi parte no poner en valor lo único con lo que este hotel puede diferenciarse del resto.

Una oferta hotelera la de San Lorenzo de El Escorial que, motivado por la presencia del monasterio así como la propia vida rural de la sierra, hacen que sea muy difícil conseguir alojamientos con buena relación calidad-precio. Salvo, quizás, algún apartamento turístico, los hoteles cuentan con malas opiniones y trasmiten una imagen de decadencia que no debería corresponderse con lo animado y aristocrático que es el pueblo de San Lorenzo.

Desde aquí esperamos que estas líneas permitan que la dirección tome medidas en el asunto, poniendo en valor su establecimiento, lleno de posibilidades pero también de imperfecciones. Detalles como el desayuno buffet, dejar algún detalle en la junior suite más allá de un paquete de caramelos (bombones, cava…) u ofrecer una experiencia acorde al precio de las habitaciones harían que este hotel pudiera posicionarse como referente en la sierra dadas las vistas al monasterio con las que cuenta, un auténtico privilegio.

¿Has estado en este hotel y quieres dejarnos tu opinión? ¿Qué otros hoteles conoces en la sierra de Madrid y que te gustaría recomendarnos? Recuerda que os leemos siempre en el apartado Comentarios que encontraréis un poco más abajo.

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