Sitios bonitos en Asturias hay a raudales, de eso no hay duda. La magia es buscar aquellos que no sean tan conocidos y se salgan de los típicos enclaves que, quienes nos visitan, buscan por primera vez. Así, las Foces del río Infierno, en Piloña, se convierte en un punto imprescindible para quienes quieren recorrer los mágicos bosques asturianos. ¿Quieres descubrir más? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!
A caballo entre los concejos de Piloña, Caso y Ponga, nos encontramos con una de las gargantas más bonitas (y accesibles) de las tantas que esconde Asturias. Se denomina foz (hoz) al tranquilo surco que forman las aguas cristalinas que descienden por las paredes de caliza y que forman caprichosos desfiladeros. Así, esta ruta, que parte del área recreativa de La Pesanca (a unos diez kilómetros de Infiesto, la capital piloñesa), es harto fácil para quienes buscan la tranquilidad del bosque y no quieren perderse los colores, únicos, de la seronda asturiana, es decir, del mágico otoño en Asturias.
Catorce kilómetros de pura naturaleza
Destaca esta ruta por la facilidad de la misma, tanto en su recorrido como en su acceso. Desde la capital del concejo, Infiesto, nos acercamos hasta el conocido pueblo de Espinaréu y, desde aquí, comenzamos por una pista asfaltada algo estrecha en algunos puntos (precaución con el coche) hasta llegar al área recreativa de La Pesanca. Enclave donde el tiempo parece detenerse y donde, seguro, es posible avistar algún ser mitológico. La fantasía y la imaginación vuelan en un paraje que invita al descanso, con varias mesas tipo merendero y una fuente en el centro, aunque sin garantía sanitaria.
Existe espacio para aparcar, tanto dentro del propio área como por la zona aunque recordamos que el camino de acceso es vecinal por lo que no se deben dejar vehículos que impiden el trabajo diario de los ganaderos de la zona.
Desde aquí, sin mayor complicación, dejamos el coche y nos calzamos las botas, es hora de recorrer las foces, en un total de siete kilómetros ida (y otros tantos de vuelta). El camino sigue la propia pista asfaltada, por lo que no hay pérdida posible y, en suave ascenso, ganamos altura respecto al río.
Tras pasar varias bifurcaciones, las cuales no cogeremos ya que se dirigen a otras rutas de la zona, volvemos a chocar, casi de bruces, con el propio río y es en, este punto, donde más podremos contemplar las diferentes cascadas y pozas que forma el río a lo largo de su recorrido.
Los colores de la seronda
A lo largo del próximo kilómetro y medio estaremos dejando el río a mano izquierda. Hay varios puntos donde podemos acercarnos a probar el frío agua que baja por el desfiladero, así como para fotografiar las estampas que dejan las primeras hojas caídas del otoño.
Os recomendamos, a mitad de camino y antes de tomar una curva que asciende hacia la derecha, que os salgáis del camino principal para continuar, apenas unos metros (y siempre con precaución y responsabilidad) hacia un pequeño claro donde ver, justo delante de nosotros, la caída del agua entre las piedras. Merece la pena.
Tras este punto, debemos continuar en ascenso, cada vez más pronunciado pero sin dificultad, para ir dejando atrás el murmullo del río y adentrarse en el hayedo de la parte superior del monte. Una última cascada a mano derecha nos despide para cambiar el susurro del agua por el crujir de las hojas secas bajo nuestros pies.
Sin pérdida, enfocamos los últimos metros hasta alcanzar la foz de Muñacos, donde las paredes de piedra caliza nos reciben como si de dos brazos abiertos se tratase, queriendo dar un abrazo. Se puede continuar la ruta con la intención de subir a alguno de los picos cercanos aunque, en nuestro caso, decidimos concluir en la portilla donde desemboca la foz. Las vistas desde aquí son muy bonitas y es un punto ideal para tomar el bocadillo mientras se recuperan fuerzas a la sombra del hayedo.
A reponer fuerzas en Espinaréu
La vuelta se realiza deshaciendo nuestros pasos, ahora en bajada constante (las rodillas se pueden resentir un poco) y tomando otra perspectiva de las Foces del río Infierno. Una vez en el área recreativa, el ambiente invita al descanso, por lo que podemos disfrutar de un rato en plena naturaleza, con el murmullo del río. Es una zona que, en otoño, se torna ideal para recoger castañas.
Como no hay ruta que se precie que no acabe en un buen chigre, nos acercamos hasta el famoso pueblo de Espinaréu, conocido por ser el pueblo con más hórreos de Asturias. Mención aparte es lo cuidados que están, lo que hace que la estampa sea muy bonita.
Tras tres horas y media de caminata, nuestras piernas pedían descansar junto a la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves; iglesia que celebra su festividad el 5 de agosto y que tiene influencias del período renacentista, con modificaciones posteriores.
Como veis, las Foces del río Infierno son una estupenda excusa para disfrutar de un sencillo recorrido por uno de los bosques asturianos más bonitos y mágicos. A lo fácil del camino se une el hecho de poder contemplar uno de los pueblos con mayor cantidad y calidad de hórreos, así como el merecido final de ruta que supone descansar en el área recreativa de La Pesanca. Un día en familia, ya que es apto para todos, que nos redescubrirá la auténtica seronda asturiana.
¿Conocías este bosque tan maravilloso? ¿Sabes de rutas similares, en cuanto a facilidad y belleza, por Asturias y quieres compartirlas con nosotros? Os leemos, como siempre, en el apartado Comentarios que encontrarás un poco más abajo.
Si estás por la zona y buscas otros puntos interesantes, te dejamos estos artículos:
– Ruta por el desfiladero de El Chorrón, muy cerca del río Infierno, es uno de los desfiladeros más desconocidos en Asturias. Cuenta con área recreativa y una preciosa cascada.
– Subida al Pico La Múa, en la Sierra de Peñamayor encontrarás este mirador privilegiado con vistas a toda la cordillera y el mar Cantábrico.
– La propia Sierra de Peñamayor, con la zona de Les Praeres, bien merece una visita. Apto para toda la familia.
– Habrá que comer, ¿no? Te dejamos nuestra experiencia en Casa Colo, todo un referente en la comarca.
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