Ubicado entre viñedos con vistas panorámicas al río Duero, el hotel Douro Scala conjuga tradición con modernidad ya que se ubica en una antigua quinta del siglo XV totalmente reformada. ¿Te apetece conocer más acerca de este hotel de cinco estrellas? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!
La carretera sinuosa nos acerca, entre viñedos que en estos momentos se encuentran en su máximo esplendor, hacia la ciudad de Peso da Régua. Desde aquí, la distancia no es mucha hacia la quinta donde se encuentra el hotel Douro Scala pero, la estrechez de las vías así como las vistas panorámicas hacen que el trayecto, de sólo 6 kilómetros de distancia, sobrepase los 20 minutos de duración.
Curva aquí, curva allá, llegamos a Douro Scala, donde una quinta del siglo XV nos da la bienvenida. En el piso superior encontramos la recepción y la tienda de vino, mientras que en el piso inferior podemos acceder directamente al restaurante.

Ambiente refinado en un entorno moderno
Nos sorprende la combinación de espacios, a primera vista, de la antigua quinta del siglo XV, con la zona más moderna, que es la de las habitaciones y del spa, con espacios diáfanos, minimalistas y que, en su interior, se vuelve un enjambre de pasillos que, en un primer momento, puede ser algo lioso.
En la recepción nos atiende una chica que, desgraciadamente, no tiene un inglés fluido y que, aunque parezca increíble, no conseguimos entendernos bien con el español – portugués. Relevante fue que pusiera un gesto cuando vio que confundimos la comida con la cena. Tras conocer los horarios del desayuno, decidimos quedarnos a comer en el restaurante del hotel para probar su carta y sorprendernos con la cocina portuguesa: barata, sabrosa y abundante.
Aunque comemos solos, disfrutamos de un almuerzo a base de carne y bacalao, con una ración abundante y contundente, con un emplatado digno del establecimiento en el que estamos. Debéis tener en cuenta que el restaurante más cercano se encuentra, o bien en Peso da Régua, o bien en Mesao Frio, ya que el pueblecito más cercano no cuenta con ni tan siquiera un bar, lo que implica coger el coche y moverse durante, mínimo, un cuarto de hora.

Habitaciones con vistas, modernas y diferentes
No es la primera vez que dormimos en un cinco estrellas, ya que nuestra primera experiencia fue en el Puerta de América, en Madrid (os animo a leer la reseña, una de las primeras del blog) pero, si bien en aquel momento nuestras expectativas no se cumplieron, en el Douro Scala sí que encajaron algo más en lo que esperábamos.

Una habitación decorada en tonos neutros, con luces indirectas con reflejos violetas y con la bañera justo al lado de la cama, perfecto para un baño caliente relajante. Las vistas, con su enorme ventanal, son preciosas, pudiendo apreciar los detalles de los viñedos que tenemos justo en frente. Por desgracia, nuestra habitación no tenía vista directa al río Duero.
Las sábanas eran de primerísima calidad, con dos almohadas para cada uno y cama king-size, perfecto para desconectar. El baño contaba con los amenities típicos, individuales (esto se está perdiendo), compuestos por gel, champú y crema corporal. Nos extrañó no encontrar un kit dental o similar, así como que la habitación no contase con cafetera, cosa que echamos de menos y que sería casi un imprescindible ya que hablamos de un hotel de máxima categoría. Además, el baño disponía de un par de albornoces para ir hasta el spa o la piscina exterior, para la cual también nos dejaron unas toallas amarillas.
Nuestro pack contaba con botella de agua y fruta de bienvenida, así como unos bombones (que en realidad era una tableta de chocolate) y una botella de espumoso que probamos la segunda noche. Aunque agradecimos el detalle de la fruta, nos extrañó que pusieran dos naranjas, sin cortar y sin cuchillo o algo para hacerlo. Quizás fue un gesto de quiero y no puedo.

Piscina exterior panorámica con un spa deficiente
No podemos más que estar enamorados de la piscina exterior, no climatizada, con las preciosas vistas a todo el Alto Douro. Un espacio único, tranquilo, que por las tardes cuenta con un bar donde tomar un café, refresco o un cóctel. La piscina, aunque no era demasiado grande, era perfecta para relajarnos con su fresca agua mientras dejas volar los pensamientos y conectas con el entorno.

En cambio, el spa nos resultó una auténtica decepción; de hecho, si venís a Douro Scala atraídos por la idea de desconectar en un spa, os recomendamos que reimplantéis vuestra reserva. No podemos decir que nos ha decepcionado ya que, en realidad, no existe un spa como tal. El jacuzzi se encuentra cerrado con llave (sin ningún cartel explicativo), mientras que el único cuello de cisne de la piscina interior (climatizada) tampoco funcionaba; esta, además, no cuenta con camas de agua, jets o chorros a lo largo de la instalación siendo simple y llanamente una piscina interior climatizada. En cuanto al baño turco, el desagradable olor a tuberías hizo que ni siquiera entrásemos mientras que, la sauna, estaba abierta pero no alcanza una temperatura adecuada.

Nos parece que para un hotel de estas características, y dado el precio por noche que se ha pegado, es casi un insulto para sus clientes. Más si cabe, por el hecho de que nadie da ninguna explicación acerca del estado de las instalaciones. Decepción absoluta.

Pero con un desayuno acorde a su categoría
Quienes nos seguís sabéis que intentamos no ser demasiado críticos con los establecimientos que visitamos si es que no cumplen con nuestras expectativas pero, mientras que el spa nos ha parecido una auténtica decepción propia de un tres estrellas, el desayuno en el salón principal de la quinta sí que cumplió, con creces, con lo que nos esperábamos de un cinco estrellas. .

Con un servicio impecable por parte del camarero más joven y moreno, del cual desconocemos su nombre, dispone de productos locales como los pasteles de nata y con zumo de naranja natural y recién exprimido. En al entrada te dan unas pequeñas pinzas de madera para que no haya utensilios que se usen de manera comunitaria, lo que nos pareció un detalle muy interesante. La bollería es de calidad, así como los embutidos, la fruta fresca recién cortada (aquí sí) o los platos calientes (huevos revueltos, salchichas, bacon y huevos fritos).

Un cinco estrellas camuflado en un cuatro con pequeños toques
Si has llegado hasta aquí habrás podido comprobar que el hotel, a grandes rasgos, es un buen lugar para descansar y desconectar en una escapada entre viñedos, con una habitación acorde a un hotel de alta gama a la que le faltan detalles indispensables. El servicio, quitando la primera chica de recepción, fue amable y profesional, destacando además las chicas de limpieza, que se preocuparon por dejarnos unos albornoces nuevos y secos después de la primera noche.
El desayuno fue adecuado, y su cocina era muy interesante, con platos típicos de la zona a un precio razonable para el turista español (aunque quizás algo altos para lo que os podéis encontrar por la zona, en las típicas tascas); el servicio, eso sí, era lento a pesar de que no hubiese prácticamente nadie para el servicio de comidas.

Las instalaciones, salvando el inexistente spa, sí que son acordes a un hotel de máxima categoría así como las vistas a todo el valle del Duero, quizás lo más espectacular y lo que nos hizo reservar aquí y no en otros alojamientos del norte de Portugal.
¿Conocíais el entorno del Alto Douro? ¿Sabíais que O Porto se encuentra a poco más de una hora en coche? ¿Qué os ha parecido este hotel? Recordad que siempre os leemos en el apartado Comentarios que encontraréis un poco más abajo.
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3 comentarios sobre “Douro Scala, el cinco estrellas en el valle del Duero portugués”