De Oviedo a Grado, recorriendo la primera etapa del Camino Primitivo | Mochila de Cromo

Es Año Santo, así que no hay mejor excusa que celebrar el Xacobeo que recorriendo las diferentes etapas del Camino de Santiago a su paso por la región. Oviedo, origen de El Camino, es el punto de partida ideal para comenzar esta mágica aventura. ¿Te vienes a recorrer la primera etapa con nosotros? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Si vas a Santiago y no al Salvador, visitas al criado y no al señor. Este dicho podría ser el comienzo ideal para este artículo: Oviedo es, por méritos propios, el origen de las peregrinaciones a Santiago. En tiempos de Alfonso II «El Casto», llegó a la ciudad el obispo Teodomiro con la noticia sobre el descubrimiento de unos restos que parecían ser del apóstol Santiago y, en un momento de tiempos convulsos, el monarca decidió ir a visitarlos y comprobar la autenticidad de los mismos.

Así nació el Camino Primitivo, que parte de la catedral de San Salvador en Oviedo y que, bordeando el monte Naranco, se dirige hacia la monumental Grado para, en constante ascenso, recorrer el suroccidente asturiano a lo largo de 7 etapas únicas.

Nosotros decidimos hacer la primera etapa, la que va desde la capital del Principado hasta la villa de Grado, en una etapa que se considera bastante homogénea con pequeñas subidas y bajadas pero llena de encanto, con rincones que se marcarán en vuestras retinas y con una buena oferta de restauración, servicios y alojamiento (si fuera necesario) a lo largo de los poco más de 25 kilómetros de recorrido. ¿Comenzamos? ¡Ultreia!

Salida muy bien señalizada y senderos con encanto

Debemos reconocer una cosa, no podemos llamarnos peregrinos al 100% ya que no hemos podido salir desde la propia catedral. Dado que la etapa que íbamos a recorrer sería hasta Grado, con vuelta en el mismo día mediante bus o tren, decidimos aparcar en el entorno de las estaciones para que, a la vuelta, fuese más sencillo coger nuestro vehículo. Así, realmente nuestro particular peregrinaje comenzó en La Losa (Avenida Fundación Príncipe de Asturias) para, dejando el centro de Oviedo a nuestras espaldas, y a través de la calle Argañosa, adentrarnos en el barrio de La Florida: un espacio abierto, con edificios de nueva construcción, donde no faltan supermercados y cafeterías por si queremos pararnos a desayunar. Destaca la buenísima señalización que, pese a comenzar en una mañana algo plomiza, nos sirvió para no tener que sacar en ningún momento las indicaciones que llevábamos o el móvil.

Tras dejar el parque Camino de Santiago, nos adentramos en una pequeña subida para llegar hasta San Lázaro de Paniceres y, por carretera pero sin apenas tráfico, comenzar a caleyar con preciosas vistas a todo el valle de San Claudio (y seguro que con preciosas vistas a la Sierra del Aramo pero, ya os decimos que la mañana amaneció plomiza y con algo de orbayu).

Tras recorrer una pista en muy buen estado, entre bosque autóctono y con pequeños arroyos que bajaban con abundante caudal por las lluvias primaverales de los últimos días, nos encontramos con el primer punto donde podemos sellar nuestra credencial: la ermita del Carmen de Llampaxuga. Tiene varios bancos donde descansar un poco las piernas, así como un encanto especial por la decoración y sencillez de la misma; se puede dejar un pequeño donativo para el mantenimiento.

Subidas y bajadas hasta El Escamplero

Tras un pronunciado descenso con surcos (peligroso para los peregrinos que hagan El Camino en bici), nos encontramos con un lavadero (agua no potable) con un adorable puentecillo donde sólo escucharemos el piar de los pájaros así como el rumor del agua. Podemos descansar de nuevo, si hace falta, en la mesa merendero que hay.

Desde aquí, una pequeña subida nos lleva hasta la iglesia de Santa María en Loriana, que cuenta con fuente de agua potable además de lavadero. Con firme paso nos acercamos, en poco tiempo, y tras un tramo por la carretera AS-371, hasta el puente de Gallegos, dejando el río Nora a nuestros pies. Nos despedimos del concejo de Oviedo para adentrarnos, de lleno, en el de Las Regueras.

La subida hacia El Escamplero tiene sus luces y sombras, desde nuestra humilde opinión. El primer tramo se realiza por la misma AS-371 que os comentábamos y, si bien no hay peligro ninguno, la irresponsabilidad de algunos conductores al no reducir la velocidad sabiendo que están en un núcleo poblacional así como en un tramo de El Camino hace que la sensación no sea de seguridad; quizás unos pequeños resaltos ayuden a que los conductores aminoren su velocidad.

Eso sí, tras tomar un desvío a la derecha (perfectamente señalizado) nos adentramos en un bosque donde, de nuevo, sólo escuchamos el rumor del río Nora y el piar de los pájaros hasta llegar al Molino Quintos y subir un tramo algo pendiente hacia El Escamplero donde las vistas son preciosas.

Llaneando hasta la capilla de Santa Ana

Continuamos camino por carretera asfaltada, la AS-234, dirección Valsera, dejando a mano derecha la iglesia del Escamplero así como a mano izquierda un restaurante y una tienda de ultramarinos, que cuenta con una máquina expendedora 24 horas.

Tras un desvío a la izquierda para continuar por sendero llegamos, en poco tiempo, al pueblo de Valsera donde nos espera la capilla de Santa Ana, reconstruida en el siglo XX. Aquí podemos rellenar nuestra cantimplora, descansar en una de las dos mesas-merendero e, incluso, sellar nuestra credencial. Siempre podéis dejar un donativo.

Bosque de ribera hasta Premoño

A partir de este punto, y tal y como habíamos leído en el perfil de etapa, sólo nos queda un suave descenso a través de un camino en perfecto estado, a la sombra y en pleno silencio. Es un momento perfecto para caminar con nosotros mismos, reflexionando y dejándonos abrazar por la magia de El Camino.

Dejamos a mano derecha el molino de Ania para cruzar el río Andallón y, con subida por carretera, llegar hasta Premoño. Aquí nos espera un pueblo con encanto donde encontraremos la capilla de Santa Ana, el último vestigio que queda en pie de un antiguo hospital de peregrinos que había en Premoño.

Tras una pausa en Santa Ana para tomar el bocadillo y descansar piernas y pies, continuamos camino, dejando tras nosotros Premoño y divisando, ya a lo lejos, tanto el desfiladero de Peñaflor como los pinares (y molinos eólicos) característicos de La Degollada.

El río Nalón nos da la bienvenida

Después de atravesar un tramo rodeados de castaños y robles, llegamos hasta la población de Valduno, donde existe un restaurante y también unas termas romanas que, aunque fuera de la ruta, prometemos visitar pronto.

Quizás nos salimos del camino en ese momento y atravesamos la población dirección Peñaflor por una carretera con apenas tráfico, llana y recta, ya que por un momento dejamos de ver señalización pero, en todo caso, no tiene pérdida alguna. Pronto, además, podremos ver el río Nalón en todo su esplendor mientras nos acercamos, con paso ágil, hacia el pueblo de Paladín (¿curioso nombre, verdad?).

Destacar que este pueblo tiene restaurante y albergue, así como varias casonas con encanto. En lo alto de una loma podemos observar el palacio de Bolgues (existe una ruta de los palacios en Las Regueras que, sin duda, tiene muy buena pinta). Ya sólo nos queda pasear paralelos al Nalón, dejando la presa de Anzo al otro lado y, sin pérdida alguna, entrando en lo que será el desfiladero de Peñaflor.

Desde Peñaflor hasta Grado llaneando

Antes de cruzar el puente medieval de Peñaflor, punto con muchísimo interés en lo que fue la Guerra Civil, hacemos una breve parada en Casa Aurina para tomar un café. Lejos de la anécdota, nos gustaría expresar unas palabras de agradecimiento a quienes llevan este establecimiento ya que, tras pedir un café y algo de bollería (que no disponían en ese momento) nos invitaron a unas galletas. Sin duda, es esto la magia de El Camino: la solidaridad y empatía con quienes nos aventuramos a vivir la experiencia.

Pasado el puente, sólo nos quedan unos 2 kilómetros y medio para llegar a la bonita Grado, donde destacan sus casas de indianos así como su mercado dominical, auténtica referencia en la zona occidental-central asturiana.

A nosotros, en cambio, nos queda tomar el transporte público para regresar a Oviedo, tras 24,6 kilómetros en unas 7 horas, con un desnivel acumulado de 478 metros y con casi 2000 kilocalorías consumidas (merecemos una buena cena, ¿no creéis?).

Es esta una etapa sencilla, sin complicaciones y perfecta para tomar pulso al Camino. No tiene fuertes subidas y bajadas, haciéndose apta para todos los públicos. La señalización es perfecta (si te pierdes es porque quieres), así como vistas y servicios que no nos abandonarán a lo largo del recorrido.

Sin duda, esta etapa nos ha servido para medir fuerzas para lo que será, muy pronto, nuestro auténtico Camino de Santiago. Ser lector o lectora de Mochila de Cromo es totalmente gratuito por lo que si te ha gustado este artículo, te animamos a que lo compartas y le des like. Además, el Xacobeo 2022 arranca en Oviedo. Si queréis seguir nuestras aventuras no dejéis de darle like y compartir la publicación. ¡Nos leemos!

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