Gamla Stan, qué hacer en el corazón de Estocolmo

Estocolmo, conocida como la Venecia del norte, esconde varios secretos en su casco histórico, conocido como Gamla Stan. Sin necesidad de gastar demasiado en atracciones, puedes perderte por sus callejuelas de color anaranjado mientras te empapas de la cultura sueca. ¡Hora del fykka! Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Estocolmo está compuesto por una infinidad de islas que hacen que el uso de ferry y transbordadores sea una forma natural de conocer la capital sueca. Su casco histórico, donde destaca el Palacio Real, tiene luz propia al ser uno de los rincones con más encanto de toda Suecia.

Si no quieres perderte nada pero vas con un presupuesto algo ajustado, aquí te dejo una pequeña guía sobre los puntos imprescindibles y, algunos de ellos, gratuitos, para que tu experiencia en Estocolmo sea completa.

Stortorget: relájate en pleno corazón de Estocolmo

Una de las estampas más famosas de Estocolmo es esta plaza: Stortorget. Ubicada estratégicamente en el centro de la isla, destacan sus casitas de colores cálidos, parecidas a las que hemos podido ver en Ámsterdam o Lübeck, de clara inspiración hanseática. En esta plaza también podréis encontrar varios cafés y restaurantes con preciosas terrazas donde degustar la gastronomía típica escandinava aunque, sinceramente, no son precisamente baratos. Si quieres conocer restaurantes a buenos, bonitos y baratos, mejor haz click aquí.

Si encuentras sitio, puedes descansar en alguno de los bancos de la plaza mientras observas como cientos de turistas disfrutan del agua fresca que mana de la fuente de la plaza, o como entran y salen del Museo Nobel (nosotros no lo visitamos).

Piérdete por sus calles…

Sin duda, una de las mejores cosas que puedes hacer es perderte por sus calles. Aunque es cierto que suelen estar abarrotadas de turistas (nos incluimos, obviamente), lo cierto es que hay algunas callejuelas más alejadas de los recorridos más típicos, donde respirar tranquilidad y escuchar el silencio.

Además, una de las cosas que más me ha gustado del casco histórico de Estocolmo es que, al margen de lo bien cuidadas que están las casas y lo fotografiable que es todo, cuenta con cientos de comercios locales, lejos de tiendas de souvenirs en cada esquina (como en otras ciudades). Parece que, en realidad, es un pueblecito en medio del gentío donde sus cafeterías invitaban a celebrar el fykka, la pausa sueca, como si de un precioso catálogo de muebles se tratase. ¡Ya tenéis material para vuestras fotos en Instagram!

Paseando daréis con una escultura en plena Österlanggatan (no tiene pérdida), que cuenta con una fuente donde refrescarse un poco y, justo debajo, unos aseos públicos (debes pagar la entrada pero te evitas tener que entrar a un restaurante o bar y consumir algo).

… hasta el Palacio Real

Siguiendo esta calle chocaréis de frente con el Palacio Real sueco. Sin duda, el edificio es imponente y poco tiene que envidiar al de otros lugares como el de Oslo o Madrid. Construido a finales del siglo XVIII, cuenta con más de seiscientas habitaciones.

Si quieres visitar todo el palacio, y descubrir sus secretos, la entrada son unos 15€ pero si viajas en modo low-cost, ¡no te preocupes! Algunas zonas del Palacio Real son gratuitas y de acceso libre. Por ejemplo, el hall del palacio se mantiene abierto para el público general y puedes subir sus elegantes escaleras para conocer la Capilla Real, donde destacan sus frescos y murales así como toda la ostentación que emana, tan poco común en el estilo de vida escandinavo. A nosotros nos dio la vida tener algo donde meternos durante media hora que duró el aguacero que nos cayó mientras visitábamos la zona.

El cambio de guardia, todos los días a las 12:15 (domingos y festivos una hora después), es totalmente gratuita y se celebra en la plaza central del Palacio. La verdad es que no es el más impresionante que he visto, pero reconozco que es entretenido y curioso por lo que apunta la hora y acércate a conocerlo.

Y conoce su pasado sangriento

Estocolmo tiene un pasado vasto y, en algunos aspectos, sangriento. Gamla Stan fue escenario de uno de los episodios más oscuros de la historia de Suecia. Corría el año 1448 y Noruega, Dinamarca y Suecia pertenecían la mismo reinado, la Unión Kalmar. Christian II, de origen danés, invitó a los más importantes ciudadanos holmienses a un banquete que, de un minuto a otro, se convirtió en una trampa donde todos sus invitados fueron ejecutados y sus cadáveres arrojados a la Stortorget: una noche toledana muy escandinava.

¿Mi recomendación? Déjate guiar por tu yo más curioso

Sin duda, el barrio de Gamla Stan es una zona donde, vistas las principales atracciones como el Palacio Real o la plaza de Stortorget, tomar un delicioso café en una de sus terrazas y ver alguna tienda de ropa vintage o galería de arte, poco más tiene para hacer. Pero esto no es malo ya que, al igual que me pasó en Copenhague, la gracia y magia de esto es perderse por sus estrechas callejuelas y disfrutar con rincones que son de postal. Olvídate de esas ciudades que parecen un auténtico parque de atracciones para turistas y adéntrate a conocer la esencia sueca.

Si estás pensando en hacer una escapada a Estocolmo, te dejo mi reseña sobre el hotel (bueno, bonito y barato) donde nos hospedamos, así como mi artículo sobre el Ayuntamiento de Estocolmo. Si el día acompaña, descubre el museo al aire libre de Skansen, ¡plan para toda la familia!

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