Palacio de Schönbrunn, Viena | LUGARES CON ENCANTO

Viena tiene multitud de actividades y lugares imprescindibles para visitar. Sin duda, uno de ellos es la residencia de verano de la emperatriz Sissi. ¿Quieres descubrir cómo llegar de la forma más barata? ¿Qué se puede ver allí sin necesidad de pagar entrada? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Conocido como el Versalles vienés, el palacio de verano de Schönbrunn es un imprescindible en tu visita a la capital austríaca. Si bien no se encuentra en el centro de la ciudad, llegar hasta allí te resultará muy fácil gracias al eficiente transporte público vienés y, una vez hayas llegado, comprenderás que la visita ha merecido la pena, tal y como demuestra que sea el monumento más visitado de toda Austria.

La forma más rápida de llegar

De verdad que el transporte público en Viena es uno de los más eficientes que he conocido por toda Europa. Lo mejor, y más rápido, es que llegar mediante la línea U4 de metro (en Viena apenas hay seis líneas, y la mayoría pasan por los puntos de interés). Dado que nuestro hotel estaba cercano a la boca de metro de la línea verde (U4) podríamos haber salido directamente desde el hotel aunque, al haber decidido desayunar tranquilamente en pleno centro, bajamos hasta la estación de Ópera, muy cerca del Musikverein donde la noche anterior habíamos acudido a un recital low-cost de música clásica (es el mismo lugar donde se celebra el concierto de Año Nuevo) y, desde ahí, en solo siete paradas, estábamos delante del palacio.

La parada de metro donde debemos bajarnos recibe el nombre del propio palacio, Schönbrunn, y no hay pérdida ya que los vagones van repletos de turistas de todas las nacionalidades que se bajan en esta parada, dejando a los locales proseguir su camino.

Otra vez a gastar una pasta…

¡Tranquilo, tranquila! Tengo buenas noticias: la visita a los jardines de Schönbrunn es totalmente gratuita, y merecen mucho la pena. Aunque es posible comprar un billete que da acceso a las diferentes dependencias del palacio a un precio 18€ (hay un tour más económico y más reducido), debes tener en cuenta que la visita puede llevarte (solo en el interior) más de dos horas, así que quizás sea excesivo si tienes poco tiempo en la ciudad o prefieres conocer otros puntos.

Nosotros habíamos realizado visitas por el centro de Viena y, dado que teníamos en mente disfrutar de la tarde en una zona concreta de la capital austríaca que nos quedaba por conocer (y pegarnos el gusto de comer auténtica gastronomía de la zona en este restaurante), decidimos obviar el acceso al interior y disfrutar de los exteriores. ¡Y pasamos la mañana!

Y, ¿por qué es importante?

Construido en el siglo XVII, a partir de un palacio de caza, fue la residencia de verano de María Teresa, convirtiéndose en la «modesta casita en la montaña» de la familia de los Habsburgo hasta 1918. Aquí nació el emperador Francisco José, quién tomo este palacio como su residencia de descanso habitual al mantener recuerdos de su infancia y adolescencia. También la polémica e icónica emperatriz Sissi, mujer de Francisco José (eran primos, por cierto), pasó largas temporadas aquí.

La Sala de los Espejos acogió varios conciertos de Mozart cuando solo era un niño prodigio y el Gran Salón fue el escenario para el Congreso de Viena de 1814-1815. En el mismo Salón Chino Azul, Carlos I, en 1918, firmó lo que sería el fin de la monarquía en Austria.

Fuente de Neptuno

Vamos a conocer los jardines

Una vez llegas a la gran plaza frente al palacio, debes dirigirte hacia la zona de la derecha que da acceso a los jardines. El horario de apertura es a partir de las 6:30 de la mañana por lo que los madrugadores no encontrarán colas para pasear tranquilamente y ver, quizás, el amanecer desde lo alto de las colinas. Desde 1779 están abiertos al público y veréis que las horas en su interior se pasan volando. Eso sí, pegaros un buen desayuno ya que la colina para admirar las vistas desde lo alto no es moco de pavo.

Dada la fascinación por la biología y naturaleza de Francisco I, los jardines se convirtieron en un enorme jardín botánico. Se completaron en 1760, y la zona más fotografiada, conocida como la Gloriette, fue construida en 1765 según el punto de vista de María Teresa, quien decidió simplificar esa zona alta del parque.

A pesar de la sencillez con la que se intentó construir, hoy en día la Gloriette se levanta en lo alto de la fuente de Neptuno como una icónico pabellón con un pequeño estanque delante y unas vistas privilegiadas hacia Viena. Además, en los alrededores, encontrarás senderos que cruzan el bosque de lado a lado y que te permiten que te transportes a otra época.

En el interior de la Gloriette encontraréis hoy un café donde tomar dulces típicos del país, como la archiconocida tarta Sacher. Los baños son de pago, pero al lado, en pleno bosque, y señalizado perfectamente, tenéis aseos gratuitos.

¿Qué mas hacer por la zona?

En los jardines de Schönbrunn se encuentra también el zoológico de la ciudad. A mí no me gustan, precisamente, por lo que no quise entrar a verlo. Además, como os comentaba, teníamos programada solamente la mañana para ver esta zona y cuando terminamos de hacernos fotos, pasear y descansar, ya era casi la hora de comer.

La Casa de las Palmeras (un enorme invernadero con palmeras llegadas de todos los puntos del planeta) o el Wüstenhaus (un lugar donde se preparan diferentes dulces austríacos) están en el entorno del parque.

¿Conocías esta zona de Viena? ¿has visitado la capital austríaca? Si quieres realizar alguna excursión por Austria, te dejo aquí mi artículo completo sobre el pueblo más bonito a orillas de un lago: Hallstatt. Puedes ir, con algún transbordo, desde la estación central de Viena. Nos leemos, como siempre, en el apartado Comentarios.

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