Que vaya por delante que esta ciudad alemana, la segunda más grande del país, nunca ha estado en mi lista de pendientes. Pero, debido a un concierto en esta ciudad, tuve que organizar una escapada en el mes de septiembre. ¿Merece la pena hacer una parada en Hamburgo? ¿Hay algo másallá que sus icónicos almacenes? ¿Qué puede ofrecernos? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!
Una escapada de fin de semana
Aunque en realidad el viaje estaba programado de miércoles a viernes, podría decir que el tiempo que he estado en Hamburgo equivale al típico viaje de fin de semana. Y, aunque no estaba en mi lista de pendientes, me hacía cierta ilusión conocer la ciudad ya que había sido catalogada como Ciudad Verde hace unos años y, además, el hecho de poder conocer por mi mismo el edificio de la Filarmónica me llamaba bastante la atención.

Después de dejar las maletas en el hotel, decidimos descubrir un poco los secretos de Hamburgo. En realidad, la primera impresión antes de llegar a nuestro alojamiento no fue muy buena, con carreteras congestionadas de tráfico y un ambiente algo frío, recordándome a Berlín. Como os digo, tras dejar las maletas, nos dirigimos al centro a través del barrio de St. George. Esta zona, reconocida como el barrio gay de la ciudad, es la parte que más me ha gustado de todo el viaje. La arquitectura de las casas es de ladrillo, con postales que os recordarían a Ámsterdam o Brujas. Pequeñas plazas, tiendas con encanto y carácter, mercados y zonas de marchan completan un barrio con un estilo de vida mucho más afable que el resto de la ciudad. Y, sinceramente, nos enteramos que era el barrio alternativo/gay de la ciudad una vez volvimos a España… ¡somos así!
Tras dejar esta zona, nos encontramos con la estación central. Edifico de ladrillo oscuro que se levanta como una mole en medio de calles abarrotadas de coches a gran velocidad. No es poca broma la falta de educación vial que parecen tener los alemanes con sus coches; en una ocasión casi nos atropellados por una furgoneta (cruzando en verde para nosotros). Luego decimos de España.
A partir de aquí, puedes tomar dos caminos: dirigirte a la zona de los almacenes y la Filarmónica o, por el contrario, conocer la Rathaus, es decir, la plaza del ayuntamiento.

El ayuntamiento y la zona de lujo
Sorprende, para bien, el ayuntamiento de Hamburgo con su enorme plaza. Rodeada de edificios modernos que le restan valor, es un edificio de estilo gótico que podéis visitar. Su estructura recuerda a los grandes ayuntamientos de Bruselas o de Múnich, con una arquitectura bonita y tradicional que entra en contraste con edificios más vanguardistas a su alrededor. A su lado se encuentra la zona de tiendas de lujo que, me imagino, será la milla de oro hamburguesa. En esta zona encontrarás grandes marcas y hoteles de lujo, incluso centros comerciales que solo tienen marcas de prestigio. Si callejeas un poco descubrirás que, continuando el canal desde el ayuntamiento, te topas con un enorme géiser de agua en medio de un lago: el Alster.
Aunque artificial, es una zona muy bonita donde tomar un café o cerveza. Podéis pasear por los alrededores y disfrutar de las vistas. Los más perezosos siempre pueden tomar un barco turístico que haga un recorrido por los diferentes canales.
Después de cruzar una especie de autopista, podéis continuar por la parte más grande del lago, cuya senda es utilizada por los propios hamburgueses para practicar deporte. Icónico es el atardecer desde aquí con la torre de comunicación al fondo. En cambio, no creo que sea una zona segura para ir de noche dada la vegetación y los espacios poco iluminados. Nosotros, precisamente la tarde que debíamos estar en el concierto, recorrimos un par de kilómetros en el entorno del lago (quedaba al lado del hotel) y, sinceramente, fue una de las cosas más interesantes y bonitas que hicimos en Hamburgo.
¿Y si me dirijo al puerto?
Hamburgo es una ciudad portuaria aunque no esté directamente conectada con el mar. El río que la atraviesa, el Elba, hace de gran canal para comunicar con el mar del Norte y es gracias a él que la ciudad haya desarrollado una potente economía, convirtiéndose en el segundo puerto más grande de Europa, por detrás del de Róterdam.

Si habéis estado en ciudades como Malmö, Oslo o Copenhague, esta zona de nueva construcción os recordará a la parte más moderna de esas ciudades que os comento.
Al margen de la zona de almacenes, conocida como Speicherstadt, y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, este barrio no tiene en realidad vida. De hecho, mi intención era ir a verlo por la noche para tomar algunas fotos pero las calles sombrías y sin gente para llegar hasta allí me echaron para atrás. No se si solo habrá oficinas pero, en caso de que parte de esos edificios sean viviendas, pobre de los que tengan que llegar de noche hasta allí.

Debo añadir, por contra, que los edificios de estilo neogótico y de ladrillo rojo, emblema sin duda de la ciudad, tienen su encanto al ser algo bastante peculiar y que no encuentras fácilmente en otras ciudades, con un nivel de conservación tan bueno. Pero es lo que os digo, quizás unas expectativas que no se cumplieron, hicieron que poco o nada me gustase esta ciudad flotante junto al puerto de Hamburgo y cuya función original era la de conservar especias, café y alfombras.
Mientras que la zona nueva de Copenhague emana vida, con cafés, puentes de diseño y una atmósfera de calidez, la zona de la Filarmónica apenas tiene tiendas de ropa y un par de cafeterías, más enfocadas para oficinas que para turistas. Además, el frío y el viento que azota la zona no invita a quedarse a descubrirla.

El gran reclamo que debería ser la Filarmónica se convierte en una ratonera atrapa-turistas, donde la venta de entradas se realiza en una oficina anexa en otro edificio (mención aparte la inexistente variedad de souvenirs acorde a una ciudad que, desgraciadamente, no ofrece mucho al visitante). En fin, como se suele decir, ¡todo mal!
En conclusión, no te ha gustado
Excepto que tenga que volver por algún motivo, no creo que vuelva a Hamburgo. Sabéis que siempre intento ser franco con los lugares que visito y, sincermanete, si alguien me preguntase si merece la pena una escapada de fin de semana a esta cuydad os diría que no. Hay alternativas en los alrededor que sí pueden ser interesantes pero en sí la ciudad es bastante pobre en cuanto a turismo se refiere.
Desde mi punto de vista, no es una ciudad preparada para acoger un tipo de turismo más allá que el de cruceros y su oferta cultural, aunque con exposiciones y hasta un musical del Cirque du Soleil, se reduce a zonas de experiencias (como una especie de museo donde poder ponerte en la piel de personas invidentes) o a reclamos turísticos del tipo Hamburg Dungeon (que pueden ser muy interesante pero a mí, personalmente, no me llaman la atención).
La sorpresa: Lübeck
Os he dejado una pequeña mención justo encima, sobre que lo verdaderamente bonito no se encuentra en el propio Hamburgo sino que las ciudades interesantes las tenéis a una media hora en tren.

Si bien no he tenido tanto tiempo como para poder descubrir ciudades como Bremen o Hannover, sí que hubo tiempo para conocer la capital de la Liga Hanseática: Lübeck. Os escrito un artículo sobre esta preciosa ciudad que podéis leer aquí.
Se lo comentaba a algunos amigos antes de iniciar el viaje: malo es cuando, en TripAdvisor, los puntos a destacar de una ciudad son parques. Y esto, sin duda, es una regla no escrita para los bloggers.
Y vosotros, ¿habéis estado en Hamburgo? ¿creéis que merece la pena la visita? ¿Planearías una escapada hasta aquí? Os dejo aquí mi entrada sobre cómo llegar desde el aeropuerto al centro de la ciudad. Te leo en el apartado Comentarios que encontrarás más abajo.
Un comentario sobre “Escapada a Hamburgo: imprescindibles para un fin de semana”