Escondida entre los profundos valles que tiene la mariña lucense (aunque no lo parezca) y diminuta desde la nueva autovía, aparece Mondoñedo, espectacular, con su catedral y un casco histórico en el que merece la pena perderse. ¿Quieres conocer este precioso pueblo famoso por su conocida tarta? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Este verano, a la vuelta de nuestras vacaciones por las Rías Baixas, decidimos que como el último día estaba algo gris (llovía de hecho en la zona de A Lanzada) lo mejor sería poner rumbo hacia Asturias: podíamos visitar otra localidad y, a la vez, nos daría un poquito menos de pena el hecho de tener que decir hasta el próximo año.

Y, así, fue como conocimos Mondoñedo. Desde pequeño he oído hablar a mis abuelos sobre este pueblecito gallego de Lugo, entre montañas y que, según ellos, era muy bonito y merecía la pena perderse por él. Con esta premisa, decidimos hacer una parada para conocerlo.

Una vez que llegamos a los alrededores de Mondoñedo podréis encontrar varios aparcamientos disuasorios para evitar meter el coche en el casco histórico y es que, al margen de que esté prohibido excepto residentes, sus calles son estrechas y no merece la pena. Hay un agradable paseo desde el aparcamiento hasta el centro, de unos cinco o diez minutos.

¿Por qué hay tantas pastelerías?

Puede que los habitantes de Mondoñedo sean los más llambiones de todo Lugo pero, en realidad, la razón es su famosa tarta: la tarta de Mondoñedo. Sobre una base de hojaldre se deposita una contundente capa de cabello ángel así como almendra molida, que da un sabor similar a la tarta Santiago pero algo más dulce y jugosa; por encima, se decora con lo que sobra de la masa haciendo una especie de rejilla de hojaldre donde se decora, además, con fruta escarchada. Es un dulce con mucha tradición en Galicia y que no falta en las casas de la mariña lucense.

Tengo que decir que, a mi personalmente, me parece un poco empalagosa y, aunque es cierto que está muy buena, es algo fuerte. Eso sí, si pasáis por Mondoñedo debéis comprar alguna tarta (disponibles en tamaños de ración, medianas y algo más grandes) para poder dar vuestra propia opinión.

Y llegamos al casco histórico…

La diferencia entre la parte más moderna y el casco histórico de Mondoñedo es bastante visible. De pronto, las calles se estrechan y las pastelerías conviven con restaurantes y cafeterías que, a pesar de los turistas, no han corrompido el lugar dejando que aún conserve la magia de pequeño pueblo.

Pero, si de algo puede presumir Mondoñedo, sin duda, es de su catedral. Debemos tener en cuenta que Mondoñedo fue Sede Episcopal y es esa la razón de que cuente con una catedral en un pueblecito tan pequeño. Esta, construida en el siglo XII, combina estilos como el renacentista, el barroco y el gótico. Constituida por una gran nave central, con dos naves laterales más pequeñas, en su interior podemos encontrar capillas consagradas a San Francisco, el Cristo de la Buena Muerte o Santa Ana. En su exterior nos encontramos con una coqueta plaza donde se reúne el pueblo y que está llena de bares y tiendas de souvenirs, así como de productos gallegos (buen momento para hacer alguna compra). Si queréis visitarla por dentro debéis pagar una entrada que incluye audioguía.

La catedral se conecta también con el Palacio Episcopal: se construye a la vez que esta pero sufre un incendio en 1527 que hace que su aspecto actual diste del original. Este incendio, con juicios por el medio, hizo que se sufragara una importante reforma del palacio. Debo reconocer que, dada la arquitectura del entorno, el palacio puede pasar un poco desapercibido en un primer momento.

Justo al lado de la catedral nos encontramos con la Oficina de Turismo pero, el día que nosotros fuimos, ya estaba cerrada (eran casi las tres de la tarde, entre una cosa y otra).

Una pequeña joya: la Fonte Vella

Que no bella, aunque bien podría llamarse así. En una de las esquinas, frente al palacio, nos encontramos con esta bonita fuente que nos hace recordar la época en la que Mondoñedo brillaba con luz propia. Cobijada por un arco de mampostería, dada del siglo XVI y su construcción se relaciona con la falta de agua potable en Mondoñedo. En la parte superior podemos ver el escudo del emperador Carlos I.

Volvemos dirección al aparcamiento…

Pero, ¡esperad! Mondoñedo no solo conserva joyas en su casco histórico sino que tiene edifcios por el entorno que merecen la pena visitar o, al menos, contemplar desde fuera. Este es el caso del Real Seminario Conciliar de Santa Catalina, un imponente edificio de piedra grisácea que nos da la bienvenida (o nos despide) y que sirvió como lugar de formación de los seminaristas a partir del siglo XVIII. Hoy, en su interior, alberga una biblioteca, diferentes salas con joyas patrimoniales y, en una de sus partes, una pensión. Bien podría ser considerado Parador en un futuro cercano. ¡No os lo perdáis!

Como os digo, Mondoñedo ofrece además de su patrimonio en el casco vello una serie de alternativas tanto en el conjunto etnográfico de cruceiros y arquitectura típica de la mariña como varias rutas (como la Ruta do Auga) por los montes cercanos que, si bien no hemos podido hacer por nuestra falta de tiempo, podrían ser la excusa perfecta para una escapada de fin de semana.

¿Y el Camino pasa por aquí?

He querido dejar para el final este apartado. Y sí, todos los que hagáis el Camino del Norte que parte de Irún y llega hasta Arzúa, donde se une al Camino de Santiago Francés. Mondoñedo ofrece albergue de peregrinos y multitud de posadas y hostales en todo el entorno del casco histórico. Además, cuenta con una oferta gastronómica donde las delicias gallegas son las reinas incuestionables, y todo a buen precio.

¿Habéis estado ya en Mondoñedo? ¿conocíais su rico pasado histórico? ¿os imaginasteis alguna vez que contase con su propia catedral? Nos leemos, como siempre, en el apartado Comentarios que encontrarás más abajo.