En el suroccidente asturiano, se erige el Monasterio de Corias, muy cercano a la capital del concejo: Cangas de Narcea. Misterios, leyendas y lugares que dejan volar la mente están al resguardo del mundanal ruido. ¿Quieres conocer la historia de este fantástico monasterio? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!
Pero, ¿dónde está?
El Monasterio de Corias, hoy Parador Nacional, se ubica en la localidad de Corias, a escasos kilómetros de Cangas de Narcea. Siguiendo la AS-15 desde la costa asturiana (o la AS-213 bajando el puerto de Leitariegos), te toparás con este impresionante edificio de estilo neoclásico. Hoy en día, existe un pequeño paseo a la vera del río Narcea, conectando de esta forma las localidades de Corias y Cangas de Narcea.
Pero cuéntame un poco sobre su historia
Antes de nada me gustaría comentar que, el hoy Parador, ofrece a todo aquel que lo quiera conocer unas visitas guiadas gratuitas que salen desde la propia recepción del hotel todos los días a las 10:30 de la mañana. Estas visitas son de carácter gratuito y no hace falta reserva previa.
A partir de las 11 (mas o menos cuando acaba esta primera visita), comienza la visita guiada a la iglesia, con un precio de 4€ y una duración aproximada de 45 minutos. Esta visita también tiene lugar los sábados a las 18. ¿Entramos al monasterio?
¿Cuándo se construye?
El monasterio, originalmente, data del siglo XI y fue concebido como un regalo por parte de los condes Piñolo y Aldonza. Te preguntarás el por qué de un regalo. Pues bien, estos condes tuvieron cuatro hijos, quienes murieron a edades muy tempranas. Como eran personas muy acaudaladas, y al verse sin descendencia, decidieron donar sus posesiones a los monjes benedictinos, creando así el monasterio.
Y como todo, tiene su leyenda…
Cuando los condes decidieron fundar el monasterio querían mantenerlo en secreto. Al pasar el tiempo y ver que no se ponía ninguna piedra, cuenta la leyenda que Dios se le apareció en sueños a uno de sus siervos, Suero, incitándole a que dijera a sus señores dónde construir el monasterio y a quién consagrarlo: San Juan Bautista. Por miedo a represalias por su desfachatez al dar su opinión, Suero decidió reservarse estas visiones, que fueron recurrentes hasta que, en un momento dado, cuenta la leyenda que el propio Dios Todopoderoso propinó una bofetada a Suero para que demostrara a sus señores que las visiones eran reales y que debía cumplirse La Palabra.
De esta forma, comenzó la comunidad de monjes benedictinos en el entorno de Corias. Gracias a ellos, Corias (y hoy gran parte de la zona del Narcea) vive de las vides. La cultura del vino está sumamente arraigada en esta zona. Para ello, hay que entender el aislamiento geográfico que sufría el suroccidente asturiano respecto a sus vecinos de la costa, siéndoles mas fácil comunicarse con la cercana provincia de León o, incluso, Lugo.
Por este, y otros motivos, el vino se convirtió en moneda de cambio de los monjes. ¿Y por qué no decirlo? La Regla de San Benito en ningún momento prohibía una copita al día (o varias, quién sabe). Además, en su momento, beber vino era mucho más sano que el agua, dada la dificultad de encontrar agua corriente potable.
Pero también una época de desgracias
Parece que un edificio no adquiere notoriedad si no sufre alguna desgracia, como un incendio. El monasterio de Corias no iba a ser la excepción; en 1744 el fuego se cebó con prácticamente toda la estructura salvándose, milagrosamente, la iglesia. Es a partir de este momento cuando el edificio adquiere el tamaño actual, gracias en parte a los planos de Ventura Rodríguez, quien permite la integración de la iglesia renancentista con la nueva planta neoclásica.
Espera… ¿Ventura Rodríguez? ¿De qué me suena?
Si eres seguidor del blog, en algún momento habrás leído algo sobre él. La entrada, si tienes curiosidad, está aquí. Sí, Ventura Rodríguez debía ser el arquitecto que restaurase el Santuario de Covadonga tras el incendio (¿veis lo que os decía?) en 1777. Su proyecto, faraónico para la época, proyectaba un enorme templo donde primaba la imagen heroica de Pelayo frente a la mariana de la Santina, por lo que los canónigos de la época no lo vieron con buenos ojos. Asimismo, el coste del proyecto hizo que quedara relegado al olvido, pudiendo solo construir lo que hoy como conocemos como ese pequeño estanque delante del santuario, que canaliza las aguas que manan de los diversos manantiales.
Y llegaron los dominicos…
A día de hoy, cuando te alojas en un Parador, tienes la sensación de dormir en un edificio histórico, con miles de historias salvaguardadas entre sus paredes. Pero, créeme, solo en el Parador de Corias podrías decir que te alojas en un monasterio compartido, en la actualidad, con monjes dominicos. Aunque la comunidad en Corias hoy es bien escasa, son ellos los encargados de custodiar la iglesia, ubicándose en la parte este del edificio. Pero, realmente, los dominicos llegaron hace 150 años a un monasterio abandonado por los benedictinos con motivo de la desamortización en 1836.
La reconversión como uno de los mejores Paradores de España
El edificio ha acogido diversas funciones desde su fundación allá en el siglo XI. Una de sus últimas funciones fue la de Instituto Laboral, desde la década de los 60 hasta los 80. Para entendernos, era lo más parecido a lo que hoy conocemos como Formación Profesional, y los que allí estudiaban estaban hospedados en régimen de internado. Nos contaba la guía que aún los antiguos alumnos vienen al hoy reconvertido parador para rememorar el frío que hacía en esos pasillos. Y es que hoy lo que vemos con gruesas ventanas de vidrio hace no mucho solo se protegía con unas contraventanas de madera: la lluvia y la nieve no accedían al interior, pero eso no les libraba de las corrientes de aire gélido.
Desde 2013, pertenece a la red de Paradores, siendo un revulsivo para la comarca del Narcea y, en general, todo el suroccidente.
¿Alguna curiosidad más?
Por supuesto. Por ejemplo, el Monasterio de Corias dispone de 365 ventanas, exactamente el mismo número de días que tiene el año. Asimismo, las escaleras de todo el claustro tienen desgastada la parte derecha de los peldaños. ¿El motivo? Los monjes siempre debían desplazarse por la derecha.
En la biblioteca, hoy completamente restaurada, pueden verse cientos de marcos de diferentes tamaños, los cuales dependen del tamaño de la obra que marcan. Pero, en realidad, en la biblioteca no está colgado ningún cuadro: se trata del trampantojo. Tan común en las casas de Toledo, el juego de luces y sombras simula que hay algo colgado en la pared cuando, en realidad, son paredes lisas. Esta sensación se hace aún mayor cuando los ves desde cierta distancia.
Espero que os haya gustado esta nueva entrada sobre el Monasterio de Corias. No te pierdas mi reseña sobre la estancia en el parador y si merece la pena en cuanto a la relación calidad-precio. Además, podréis conocer qué tal está el spa, qué beneficios tiene la tarjeta Amigos de Paradores y dónde comer a muy buen precio en el centro de Cangas de Narcea. Agradecer, también, a nuestra guía la amena visita que nos hizo, descubriéndonos este hermoso monasterio que está catalogado como El Escorial asturiano.
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