Ya os dije que había recuperado las notas de viaje a Noruega realizado en 2015. Entre ellas, os traigo un pedacito de historia del deporte rey noruego: el esquí. Oslo cuenta con un sinfín de actividades y lugares de interes que no os podéis perder y, sin duda, la plataforma de salto de esquí Holmenkollen es un imprescindible en tu visita al país de los fiordos.
Un poquito de historia
Holmenkollen es sinónimo de esquí, el deporte nacional noruego. Construido a finales del siglo XIX en una colina a las afueras de la capital, comenzó como una rudimentaria pista de nieve, hielo y ramas, donde los valientes deportistas surcaban el cielo escandinavo, que ha ido evolucionando hasta convertirse en uno de los hitos arquitectónicos, con permiso de la Ópera, de Oslo y, en parte, de toda Escandinavia (¿qué tendrán estos nórdicos que todo lo hacen bien?)
Este salto de esquí acogió, en 1952, los Juegos Olímpicos de Invierno así como el Campeonato Mundial de 2011, con una amplia participación y gran acogida por parte del público, quienes abarrotaban sus gradas laterales y vitoreaban a los atletas llegados de todas las partes del mundo.
¿Cómo llego hasta ahí?
Oslo es una ciudad sumamente eficiente donde el transporte público conecta con prácticamente todos los puntos de interés. Así, para llegar a Holmenkollen solo es necesario coger la línea 1 de metro dirección Frognerseteren, y bajarte en la parada que lleva el mismo nombre que el salto de esquí (el centro de Oslo cuenta con una vía única por donde pasan todas las líneas, por lo que es difícil perderse).

Y una vez allí, ¿qué puedo hacer o ver?
Después de bajarte en la parada del metro, que en las afueras toma una función casi de tranvía, solo tienes que caminar apenas cinco minutos hasta llegar al centro de recepción de visitantes. Cuidado no tropezar, te aseguro no podrás quitar la vista a este coloso grisáceo.
Ahí comienza realmente la visita, ya que Holmenkollen cuenta, en su interior, con el Museo del Esquí. Un recorrido didáctico, apasionante y para toda la familia, donde podrás descubrir la historia del esquí desde sus comienzos hace 4000 años (ahí es nada) hasta la actualidad. Además, existen varias proyecciones de saltos y campeonatos de otros puntos de Noruega, por lo que merece (y mucho) la pena sentarse a disfrutar de los fríos paisajes de Escandinavia.
No te vayas sin echar un vistazo a los rudimentarios esquís y trineos e imagínate, por un momento, cómo debía ser la vida en esta parte del planeta hace no mucho tiempo.
El plato fuerte: la azotea del Holmenkollen
Puede que no seas un@ gran aficionad@ a los deportes de invierno pero, sin duda, las vistas desde lo alto del Holmenkollen merecen la pena. Ya sea porque te gusta la naturaleza, porque lo tienes apuntado en tu lista de imprescindibles en Oslo o, simplemente, porque quieres observar la naturaleza que rodea la ciudad en estado puro, tu visita ya habrá merecido la pena.
Puedes tomarte el tiempo que necesites (o hasta que te hartes de hacer fotos) pero ten en cuenta que es un lugar en el que hace mucho frío y, a menudo, viento. No está demás que, aún en pleno verano, llevéis ropa de abrigo.
Las vistas, como os digo, sobrecogen. De un lado, las montañas que rodean la ciudad de Oslo (se me olvidaba decirlo: aunque Oslo sea la capital de Noruega, mantiene una arquitectura y un estilo de vida que hace que parezca apenas un pueblecito. Es realmente bonito) así como todo el archipiélago (donde se encuentra la Isla de los Museos, otra de las grandes bazas con las que cuenta la ciudad).
Para l@s más aventurer@s, la plataforma permite hacer tirolina. Si quieres sentir una sensación casi similar a la que sienten los atletas profesionales de saltos, lo mejor es que dejes el miedo y el vértigo a un lado y te lances. Bajarás a toda velocidad, imitando las hazañas de los primeros deportistas que se tiraron por esta plataforma y podrás sentir una sensación casi idéntica a la que ellos viven. No me negarás que con esto tu viaje no se hará imborrable. Sin duda, una experiencia única y que pocas veces tendrás oportunidad de repetir.
Suena genial pero, ¿cuánto cuesta? ¿es caro?
Si ya has visitado Noruega, o en general, cualquier país escandinavo, habrás descubierto que los precios son bastante más altos que en España (la conversión de coronas a euros tampoco ayuda).
De todas formas, la entrada al Museo de Esquí (que incluye la subida en ascensor hasta la azotea) tiene un precio de unos 15€ para adultos, y 13€ si tienes algún descuento (por ejemplo, estudiante).
Aunque no esté en el centro y resulte un poco engorroso desplazarte hasta allí, la verdad es que merece mucho la pena. Es algo que no encontrarás fácilmente en otras partes del mundo y, seas o no aficionado a la nieve (e incluso aunque tu visita sea en verano), merece la pena conocer el edificio y todo lo que ofrece. Además, el centro cuenta con una completa de actividades que van más allá del esquí y el snowboard.
En tu regreso al centro, podrás confirmar cómo este coloso, encaramado en lo alto de la montaña, apenas tiene impacto visual al mimetizarse completamente con el entorno. Ahora ya solo te queda disfrutar de las más que probables auroras boreales (creedme que, con un poco de suerte, podréis ver tonos anaranjados en el cielo en pleno verano… y no hagáis como yo, que pensaba que era fuego en algún monte cercano). ¡Lo que hace no ver auroras boreales todos los días!
Si en tu escapada a Noruega estás planeando una visita a Bergen, la lluviosa capital de los fiordos, te animo a que eches un vistazo a entradas anteriores relacionadas, como por ejemplo dónde alojarte en Bergen o cómo llegar a Bergen desde Oslo (y ahorrarte una noche).
¿Conocías este gran templo del esquí noruego? ¿Has estado en Oslo y te gustaría comentarme qué es lo que más te ha gustado? Si quieres que escriba nuevas entradas sobre mi viaje de una semana a Noruega, házmelo saber en el apartado Comentarios.
Las vistas al archipiélago sobrecogen
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3 comentarios sobre “Holmenkollen: el palacio del esquí noruego | LUGARES CON ENCANTO”