Volvemos a escribir sobre gastronomía, que sé que os gusta tanto como a mí. En este caso, hacemos parada en la mariña asturiana (hay tantas mariñas asturianas en realidad) pero, en concreto, la maliaya (en Villaviciosa). Parada y fonda en el aclamado restaurante Venta la Esperanza, en Quintueles. ¿Me acompañas?
Indícame cómo llegar
Este restaurante se encuentra perfectamente comunicado ya que se encuentra a las afueras de Gijón, aunque ya en el concejo de Villaviciosa. A tan sólo diez kilómetros de Gijón, dirección este, y cogiendo la antigua nacional 362 dirección Villaviciosa, en el término municipal de Quintueles y en la encrucijada que parte para San Miguel de Arroes y Quintes, se encuentra esta venta.
Y digo venta en todos los sentidos. Restaurante de los de antes, de los de proximidad, pero totalmente actualizado. Con una carta exquisita que denota calidad, un renovado salón donde prima la sencillez y el minimalismo, así como una terraza que hace la delicia de todos en verano, este restaurante se erige, y sin ningún género de duda, como uno de los mejores del entorno.
Antes de sentarme a la mesa, vamos a tomarnos una sidra
Y puedes hacerlo en la propia barra, terraza o, si el día acompaña, en el merendero. ¿Qué es un merendero? Es como llamamos en mi tierra a esos espacios al aire libre donde existen una serie de mesas (habitualmente de piedra) rodeado de árboles y espacio para los peques dentro de un restaurante, donde lo habitual es ir a comer o pasar la tarde (con tu propia comida incluso) pero donde la bebida se pide al bar. Es muy típico del verano asturiano y un must en el verano gijonés.
La naturalidad y el sentirte como en casa es una de las premisas que encontrarás en la venta, y es que cuidan los detalles hasta el extremo. En donde los daneses hablan de hygge, Venta la Esperanza demuestra que existe el hygge asturiano (para nosotros, prestar). ¿Por qué os lo digo? Porque pocos sitios he visto, y podría decir que ninguno, que tengas un pequeño buffet libre de pinchos para servirte tú mismo; y con el lema “coge un pinchín en un platín”, la sidra sabe mejor.
Oye, pero va siendo hora de comer
Yo voy a cenar. Como os digo, la carta destaca por los productos de proximidad y locales. No es de extrañar que la frescura esté totalmente garantizada.
Puedes encontrar desde platos de cuchara (sus sopas de ajo en una fría noche de invierno levantan muertos y hacen caer el moquillo), así como carnes (destacando piezas nobles como el entrecot o el solomillo) y pescados de rula. Por otro lado, existen todo tipo de entrantes como ensalada de la casa así como croquetas caseras (de las de verdad) o calamares frescos.
Aunque no es la primera vez que lo visito, os voy a dejar lo que pude degustar en una reciente cena familiar: dicen que una imagen vale más que mil palabras, ¿verdad?.
Comenzamos con unos calamares frescos seguidos de platos como escalopines al cabrales (detalle el poner la ensalada y la salsa aparte), así como callos, chipirones afogaos al Pedro Ximénez (especialidad de la casa) y un entrecot que, como decimos aquí, restallaba de fresco y sabor.
Podéis ver en las fotos que las raciones son abundantes y perfectas para compartir en todo caso. Después de esto, siempre queda un hueco para el postre y, en este caso, por una de las especialidades de la casa: helado de turrón casero en baño de chocolate caliente. Golosos, este es vuestro sitio. Si te consigues acabar la ración entera (de verdad recomiendo compartir o, al menos, pedir media) habréis logrado un hito que pocos asturianos pueden conseguir.
¿Un digestivo?
Hora de café, hora de chupito y copa. Hora de relajarse y disfrutar de la sobremesa. Animadas charlas con el hilo musical de fondo, mientras disfrutas de una noche de verano de las que luego se recuerdan. Y más, después de una cena como esta. Aquí el tiempo se para, nadie te va a agobiar. La familia que regenta la Venta sabe que son esos pequeños placeres los que harán que vuelvas.
Y, ¿cómo va de precio?
Precio medio o moderado, dependiendo que pidas, por supuesto. Aunque lejos de un restaurante low-cost, es cierto que para nada se acerca a ese tipo de restaurantes de alta categoría relacionados con la comida de autor y tarifas desorbitadas. Personalmente pienso que el precio va muy bien ajustado acorde a la calidad que ofrece, así como esos detalles que percibes en todo lo que te rodea: mantelería de tela, tabla de azúcares en el café, el ya citado buffet de pinchos… detalles que cuentan, que marcan la diferencia.
Quiero dar mi felicitación a la familia y asimismo desmentir críticas que he visto en portales de opinión donde se dice que el servicio es serio, altanero o similar. Para nada. Me gustaría saber quién es que el realmente escribe este tipo de opiniones y cómo transcurren esas situaciones.
En definitiva, servicio de diez.
Espero que os haya gustado esta nueva entrada gastronómica. ¿Has estado por la zona y conocías este restaurante? ¿Habías oído antes del concepto merendero? Ya sabes que estaré encantado de leeros en el apartado Comentarios.
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