Después de contaros algunas anécdotas y tips sobre Holanda, os quiero acercar de nuevo al Valle de Laciana, al norte de la provincia de León. En este caso, os animo a acompañarme en otra visita gastronómica. ¿Os apetece? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!
¿Has hablado antes de este valle?
Exacto. Hace unos meses os escribí acerca de otro conocido restaurante en este valle minero, el restaurante La Bolera, en el precioso pueblo de Robles de Laciana. Si no has tenido ocasión de leer sobre él, te dejo aquí mi post: Opinión | Restaurante La Bolera (Villablino, León)
En este caso, nos dirigimos hasta el Mesón El Campillo, referente gastronómico en la comarca del Alto Sil así como de los Cuatro Valles.
Para llegar hasta aquí la carretera está bien señalizada, en buenas condiciones y a escasos 5 minutos desde Villablino. Vengas de la zona de Cerredo, Ponferrada o, por el contrario, Babia y Huerna, solo debes dirigirte por la CL-626, aunque debes estar atent@ a la desviación en Rioscuro dirección Sosas de Laciana.
El pueblo ya de por sí merece una visita. Aunque no tuve oportunidad de verlo a fondo ya que fui a cenar, sí que he leído acerca de él. Con una mantequera hidráulica, así como varios productores de miel, cerveza y productos locales, destaca este pueblo por ser el inicio de la Ruta La Zamora; en ella, podréis descubrir un fantástico castro prerromano y, posteriormente, romano, en buen estado de conservación así como unas vistas increíbles desde varios de sus miradores. Y es que estas tierras, hoy en día algo olvidadas tras el cierre de las minas, tienen un potencial que sus gentes saben aprovechar al máximo. Si quieres conocer más acerca de las diferentes actividades a realizar, te animo a que eches un vistazo al Facebook de Destino Laciana, agencia receptora de turismo de la comarca: Destino Laciana
Pero oye, ¿hablamos de comida?
Ya vamos, ya vamos. Este valle tiene tanto que ofrecer que siempre me distraigo.
El restaurante El Campillo se encuentra al final del pueblo y es fácilmente reconocible por su estructura de madera y cristal, evocando a los resorts de los valles alpinos, sin desentonar con el entorno. En los alrededores no hay demasiado sitio para aparcar, pero es cierto que a la entrada del pueblo hay un pequeño aparcamiento que tras una breve caminata, os deja delante de la puerta (ya se huele la carne a la piedra mmmm).
Tiene un pequeño bar bastante moderno a la entrada, aunque lo destacable está subiendo las escaleras. ¡Vamos a ello!
¿Qué cenamos?
Me sorprendió el hecho de que no exista una carta al uso. La camarera, muy agradable, nos recitó sin despeinarse la multitud de platos que tienen como entrantes. Que recuerde: calamares al estilo andaluz, tabla de cecina y paté, ensalada, tabla de quesos y un revuelto de cecina, pimientos y espárragos.
Si estamos en León no podemos irnos sin probar su cecina así que de primero media tabla (sigo pensando que era una) de quesos así como el revuelto (el cual más tarde vi que era una de las especialidades de la casa).
Y no es para menos. Qué bueno, qué rico y qué abundante. La tabla de quesos a primera vista puede parecer pequeña pero no es cierto. A medida que te pones a degustar los diferentes quesos, destacando los de cabra, te das cuenta que es más que completa. Del revuelto lo mismo, son dos porciones bastante abundantes y muy sabrosas.
Pero la cosa no queda aquí, llegan los segundos: filete y solomillo. Un día es un día, y hay que darse un homenaje. ¡Y vaya homenaje! Aunque había pedido el solomillo hecho, es cierto que vino algo crudo por dentro (me suele pasar en la mayoría de los restaurantes, que siempre pecan de corto antes que pasar la carne demasiado), pero sin problema volvió a cocina y en unos minutos estaba listo para degustar la carne… ¡y vaya carne! Es muy sabrosa y tierna, la cuál, según me han comentado, pertenece a ganaderías propias, y esto, indiscutiblemente, se nota.
¿Y tienes hueco para el postre?
¡Hombre vaya! Para el postre siempre hay hueco, y si está tan bueno como los previos, más todavía.
Para compartir, un arroz con leche y tarta de la abuela, aunque en su carta incluyen fruta, yogur y flan de café (volveré para probarlo que me he quedado con curiosidad). El arroz con leche tiene un fuerte sabor a limón que, dependiendo de cada uno, os puede gustar más o menos, pero a mi me encanta.
Mi tarta de la abuela, por otro lado, era un trozo abundante con un buen emplatado aunque reconozco que al haber estado en la nevera la galleta estaba un poco apelmazada; de todas formas, buen sabor y muy rica.
Ha sido una buena cena… ¿te has dejado un riñón?
Créeme que es lo que pensaba al ver la calidad de los platos… pero no. Sorprendentemente, está muy bien de precio. El revuelto son 13€ mientras que la tabla de quesos, 8€. Los postres a 2,30€ cada uno (cuando en otros sitios se suelen aprovechar a subir el precio del bocado más dulce) mientras que el filete son 7,50€ y el solomillo apenas llega a los 10€.
Está tirado. Y no te imaginas que vas a pagar tan poco por productos con tantísima calidad.
Destacar asimismo el agradable trato de las dos chicas como del chico que nos trajo la tabla de quesos. Servicio excepcional.
Habrá que probar
Os animo a ello. No se me ocurre mejor plan que, una vez hecha la Ruta de La Zamora, disfrutar de una velada en el Mesón El Campillo, dentro del incomparable ( y sosegado) marco que ofrece el Valle de Laciana.
Recuerda que las opiniones aquí vertidas son fruto de experiencias propias y, en ningún caso, objeto de promoción. Dado que el blog no tiene financiación externa, si estás pensado en realizar una escapada o quieres reservar un alojamiento con 15€ de descuento te dejo el enlace a mi código descuento en Booking con el que tú consigues esos 15€ de descuento y contribuyes al mantenimiento del blog. ¡Así de fácil!
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