Sí, sí. Sigues en Mochila de Cromo; no te han redirigido a un blog sobre valorización, problemática ambiental o gestión de residuos. Hoy, Mochila de Cromo se vuelve más química que nunca y es que, tras mi viaje a Copenhague (Dinamarca), pude ver en primera persona un proyecto sobre incineración y valorización de residuos urbanos que había estudiado en la facultad.
¿Crees que hablo de una nave industrial en medio de un polígono? ¿Una inmensa caja grisácea a las afueras de Copenhague? Recoge tu Mochila de Cromo y ponte la bata porque comenzamos… ¡ya!
¿Pero por qué hablas de esto?
Como podéis ver en mi perfil, vivo entre dos mundos bastante distintos: la química y los viajes. Aprovechando mi visita a Copenhague, he conseguido acercarlos un poquito gracias a la planta de incineración de residuos con la que cuenta la ciudad y que es de reciente construcción.
Antes de continuar, te animo a que eches un vistazo a mis entradas sobre Dinamarca, como esta sobre el castillo de Frederiksborg (a media hora en tren desde la capital danesa) o mi alojamiento en Copenhague. Descubre nuestra aventura con la cancelación de nuestro vuelo Copenhague-Lisboa y apunta qué debes hacer si sufres cancelación o retraso de vuelo. Una de las cosas buenas fue poder dormir al lado del hotel en este hotelazo. Y, si por el contrario, quieres adentrarte en el Copenhague más underground, debes tener en cuenta mi entrada sobre Christiania.
Vamos desde el principio…
La incineración de residuos es una alternativa, o complemento, a los vertederos. No quiero profundizar demasiado sobre el tema ya que lo importante es enseñaros la obra arquitectónica que tiene la capital danesa, pero os diré que en Europa, esta forma de eliminación y valorización de las basuras domésticas, está en auge.
Entro en polémica al hablar de este tema, y más en mi región, Asturias. Como os digo, la incineración de residuos sólidos no reciclables es una alternativa, y posible solución eficaz, al mantenimiento y supresión de vertederos (con todos los problemas de lixiviados e impacto ambiental que suponen). Hay que tener en cuenta que, en la mayoría de países europeos (y en especial, los nórdicos), tienen una política ambiental muy desarrollada y la cultura del reciclaje muy implantada. Seguro que muchos de vosotros habéis oído hablar sobre que en Europa, las latas de refrescos y similares tienen un impuesto verde que se devuelve una vez depositas la lata en un contenedor específico (allí reciclar te genera dinero); de hecho, en Copenhague es habitual que en las papeleras haya varias latas fuera de la bolsa para que la gente sin recursos pueda obtener unas monedas a través de estos sistemas de reciclaje. (¿podría ser un problema a las basuras que se generan en los botellones y fiestas populares en España?)
Dicho esto, y teniendo en cuenta que los únicos residuos que deberían entrar en las plantas incineradoras son no reciclables, cabe destacar su importancia como centros de valorización. Así, no solo se soluciona un problema de gestión ambiental sino que, además, se genera energía. Para hacernos una idea, tres kilos de basura aportan a los daneses cuatro horas de luz y cinco de calefacción.
¿Y no contamina nada?
Claro que se sigue contaminando, aunque en mucha menor medida, ya que las emisiones de un vertedero son un 175% superiores a las de una planta de valorización energética. De todas formas, cualquier proceso de combustión dará una serie de subproductos que se considerarán contaminantes en función de su impacto sobre la flora y fauna y, de manera general, sobre el medio ambiente.
En el caso de la incineración, destacan dos tipos de contaminantes a tener en cuenta: el dióxido de carbono y las dioxinas. Del primero de ellos poco hay que decir, ya que existe suficiente información al respecto; de modo breve, decir que el CO2 es uno de los gases generadores del conocido efecto invernadero, fenómeno por el cuál se retiene parte de la energía que los suelos emiten como consecuencia del calentamiento producido por radiación solar, necesario en esencia ya que sin ellos la temperatura en superficie disminuiría por debajo de los cero grados Celsius, pero que con una concentración demasiado elevada de gases de efecto invernadero, aumentaría la temperatura del planeta con consecuencias que podrían deteriorar o eliminar la vida, tal como la conocemos hoy en día.

El segundo de los contaminantes, las dioxinas, son una especie química poco conocida por el público general y que tiene efectos aún más adversos que el dióxido. Englobadas dentro de la familia de compuestos químicos persistentes, se introducen en la cadena alimentaria por bioacumulación, ya que se depositan con facilidad en los tejidos adiposos de los animales y humanos (compuestos lipofílicos) con gran facilidad y efecto prolongado, produciendo fenómenos como alteración hepática, lesiones cutáneas o, el más llamativo, la disrupción hormonal que da episodios de actividad estrogénica (pérdida de fertilidad, abortos, malformaciones en el feto…).
Sí, suena muy mal, pero las incineradoras que se construyen hoy en día tienen una serie de filtros y sistemas de retención que permiten reducir las emisiones contaminantes, con una eficacia superior al 99%. El riesgo cero no existe, es cierto, pero cada día la industria química avanza más y más con el fin de paliar los efectos negativos que los posibles contaminantes puedan producir sobre la población y el entorno. Para hacernos una idea, la Agencia Medioambiental de Reino Unido estima que 15 minutos de quema pirotécnica equivalen a 120 años de emisiones de la planta de incineración que tiene el país inglés al sudeste de Londres. Por otro lado, y a modo comparativo, en un volumen de un metro cúbico de aire existe 150 veces más dioxinas si se fuma un único cigarrillo que partículas asociadas a la incineración.
¿Y todo esto a razón de…?
De la incineradora de residuos de Copenhague… ¡¡ya te lo he dicho!! Después de esta mini-clase de química (y poneros un poco nerviosos… ¡hay que reciclar más!), os cuento qué tiene de especial esta planta de tratamiento residual.
Copenhague desarrolló un proyecto para una incineradora capaz de quemar más de 400000 toneladas de basura y dar cobertura a 160000 hogares (una ciudad como Logroño, Huelva o Salamanca) allá por 2012 pero, como todo lo nórdico, tenía que tener un punto de política social-sostenible a destacar. ¿Te imaginas una planta industrial incómoda, sucia y ruidosa? ¿Qué dirías si te dijera que puedes esquiar encima de ella?
Pues sí, al margen de las actividades que se realicen en el interior de la planta, el exterior es un edificio de diseño vanguardista, con forma de montaña y con muy poco impacto visual. No es una planta industrial que se quiera ocultar; los daneses están orgullosos de ella. Tanto, que una vez visitas la zona de la sirenita o la Ópera de Copenhague, saldrá en cualquier de tus fotografías, como podéis ver en la foto que adjunto.

Desde lo más alto, y dado que Copenhague tiene mucha nieve pero es prácticamente llana, se puede disfrutar de la práctica del esquí a unos 90 metros de altura y con unas vistas inigualables que abarcan toda la ciudad y la vecina Suecia.
Otro de los puntos fuertes, aunque creo que este no se ha desarrollado por completo ya que actualmente la estructura de la planta no es la original que se puede ver en el proyecto, es que cada 250 kilos de dióxido de carbono, se lanzan anillos de humo por condensación de vapor los cuales se iluminan con tecnología LED. Todo el entorno es una inmensa zona verde donde descansar o disfrutar de los pocos días soleados con los que cuenta la ciudad. Os dejo un enlace a un vídeo, en inglés, donde se explica la producción de dichos anillos: ( https://vimeo.com/40229132 )
Tengo tanto lío…
Resumiendo. Copenhague destaca por ser una de las ciudades más verdes del planeta y utilizar energías de origen renovable. Su gran apuesta medioambiental, junto a una cultura del reciclaje y ambiental muy implementada en la sociedad desde bien temprano, permite la reducción de residuos y reciclaje, con gran aprovechamiento de materias primas. Para hacerlo aún más danés, más escandinavo, Copenhague apuesta por acercar la sociedad a un lugar tan frío y sucio como una planta de eliminación de residuos a través de un edificio de pared vegetal que cuenta con una pista de esquí, ascensor panorámica y zonas verdes. Todo un tándem arquitectónico y ecológico digno de la filosofía puramente nórdica.
5 comentarios sobre “Incineradora de Residuos en Copenhague”