Crucero por el río Duero, en O Porto, ¿una estafa? | OPINIÓN

Uno de los reclamos turísticos de O Porto son, sin duda, los cruceros por el río Duero. Lejos de bodegas y miradores, los cruceros ofrecen un recorrido panorámico a sendas orillas del Duero pero, ¿merecen realmente la pena? ¿son, simplemente, un atrapa-turistas? Recoge tu Mochila de Cromo porque comenzamos… ¡ya!

Sí, es una turistada. Sí, no tienen un precio tan económico como podría parecer respecto a otros servicios. Y sí, he picado (el calor también influyó). Los que me conocéis sabéis que, siempre que viajo (aún más por Europa) evito caer en museos, monumentos o lugares que están hechos por y para los turistas aunque, en algunos lugares, es imposible no entrar en este juego.

He visitado O Porto en dos ocasiones, siempre en verano y con bastante calor (cosa que tampoco ayuda a que mi idea sobre la ciudad pueda variar un poco) por lo que, en una de esas visitas, decidí embarcarme en uno de estos cruceros.

¿Lo habías comprado con antelación?

Pues no, la verdad. La primera vez que visité O Porto estaba de vacaciones por las Rías Baixas y visitar la capital del norte de Portugal fue del todo improvisado el día anterior, comprando unos billetes de tren baratísimos con Renfe desde Vigo y haciendo esta excursión de un día. Por eso, a diferencia de otros viajes donde la antelación me permite encontrar chollos y tener los puntos fuertes de la escapada programados, esta vez fue todo un poco al momento.

Por ello, en nuestra primera visita a O Porto nos dejamos algunas cosas en el tintero, como la visita a las bodegas de vino Sandeman (cosa que hicimos en la escapada al año siguiente) pero, en cambio, hicimos alguna que otra turistada como el crucero por el río Duero.

Rabelo tradicional (Foto: Civitatis)

El crucero de los seis puentes

Os podéis imaginar la situación: nada que hacer hasta las 19, más o menos, que salía el tren de vuelta a Vigo, con un calor insoportable en plena zona de la Ribeira, atestado de turistas en terrazas (imposible sentarse a tomar un granizado o un helado) y sin querer volver a subir hacia la zona de la Bolsa y demás ya que entre las cuestas y el calor…

¿La solución? Montar en un rabelo y, durante un rato, ver O Porto desde otra perspectiva pudiendo, además, disfrutar del aire fresco y la propia brisa del río.

Debo confesar que no me acuerdo ni con que empresa hice el servicio ya que el crucero, en sí, es el mismo para todos. La única diferencia es si quieres comprar un añadido, como el teleférico o la visita a una bodega o, por el contrario, realizar una cena romántica a la luz de las velas en esas embarcaciones que llevaban el vino desde la parte alta del río hasta las bodegas.

Panorámica de O Porto desde Vila Nova (Foto propia)

Después de esperar a que se completara el aforo del barco, empezamos a embarcar sin saber muy bien qué era lo que íbamos a ver aunque el reclamo de ver O Porto desde el agua ya tenía su encanto, lo reconozco (y parecía compesar los 15€ que costaba el billete).

Por suerte, pudimos ponernos en la parte de la proa exterior, teniendo una vista panorámica del entorno. La pena es que, a pesar de que los sitios son limitados, mucha gente se queda de pie, impidiendo disfrutar tranquilamente de las vistas. Por otro lado, y quizás debido al calor, la gente parece perder un poco la educación y el respeto por los demás al hablar a gritos estando a menos de un metro de distancia y haciendo fotos, como poseídos, a sus familiares con cada rincón (sin apenas diferencia) de la Ribeira.

En sí, O Porto merece una visita de, al menos, un día

Pero en sí, ¿merece la pena?

Dramas de familias y chillidos de críos aparte, la verdad es que el crucero me decepcionó un poco, más teniendo en cuenta el precio. Si bien O Porto se ha convertido en una especie de Venecia low-cost, hecha por y para los turistas, lo cierto es que el colmo de la situación se lo llevan estos cruceros donde lo único interesante puede ser pasar por debajo del puente de Don Luis I (el que une, de forma gratuita y a pie, O Porto con Vila Nova de Gaia).

Durante el trayecto indican por megafonía, y en portugués (no penséis que es tan fácil de entender como parece) diversas explicaciones sobre la historia de los puentes, desde el más antiguo y simbólico, hasta el más moderno. Además, la narración se complementa con alguna explicación sobre los propios rabelos, la historia del vino y cómo la ciudad vivió momentos de mucha prosperidad.

Antes de que se cumpla la hora, estarás de vuelta en el mismo puerto donde desembarcarás con la sensación de que has tirado 15€ a la basura, que te ha dado aún más el sol y que, sinceramente, mejor podrías haberte quedado tomando un granizo en una carísima terraza de la Ribeira. ¿Quiero esto decir que no sea interesante? Bueno, desde mi punto de vista no aporta mucho más a lo que puedes ver desde la zona de Vila Nova (la fotografía será exactamente la misma) y, obviamente, es gratis. Por otro lado, las explicaciones apenas se entienden por lo que si no has contratado un tour previamente o realizado un free tour no entenderás mucho de lo que te cuentan. En cambio, una de las cosas buenas que se puede sacar de la experiencia es que, al menos, has podido ver que O Porto es algo más que la Ribeira… pero si has llegado en tren a la ciudad ya te has dado cuenta que es bastante más que eso.

Lo dicho, inviértelo en una francesinha contundente antes que vivir esta experiencia atrapa-turistas.

Nada mejor que una francesinha después del crucero (Foto propia)

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